- El enemigo de las rubias (The Lodger, 1927).
The Lodger es el filme que plantó las bases del género de suspense y la primera obra verdaderamente hitchcockniana. Con una puesta en escena claramente influenciada por el expresionismo alemán, la película adapta una novela de Marie Belloc Lowndes que versaba sobre la figura de Jack el destripador. Los productores obligaron a Hitchcock a modificar el final ambiguo que tenía pensado, y es que no querían que una estrella de la época como Ivor Novello pudiera aparecer como un asesino en pantalla. Años más tarde, ya en Hollywood, le ocurriría algo similar con el personaje de Cary Grant en Sospecha (Suspicion, 1941).
En 1944 John Brahm realizaría una nueva adaptación del texto de Belloc en Jack el Destripador (The Lodger), una magnífica película en la que el misterioso inquilino, interpretado en este caso por Laird Cregar, acababa revelándose como el autor de los asesinatos.
- La muchacha de Londres (Chantaje) (Blackmail, 1929).
Blackmail empezó a rodarse como un filme mudo, pero acabó convirtiéndose en la primera película sonora de su autor. Lejos de aplicar la nueva técnica de manera convencional, Hitchcock introdujo algunas novedades en el uso del sonido (véase la famosa secuencia en la que la protagonista se atormenta al escuchar la palabra cuchillo, recordándole el truculento acto que había cometido con anterioridad) demostrando un afán experimental y vanguardista que jamás le abandonaría durante el resto de su carrera. Por otra parte, la persecución final por los tejados del British Museum no deja de ser inolvidable.
- El hombre que sabía demasiado (The Man Who Knew Too Much, 1934).
Esta película siempre me ha parecido uno de los ejemplos más elocuentes del nivel de perfección técnica alcanzado por Hitchcock durante su etapa inglesa. Dos décadas más tarde volvería a rodar (y a mejorar) la misma historia en la ya mítica versión de 1956 junto a James Stewart y Doris Day. No obstante, en la presente obra el villano, interpretado por el gran Peter Lorre, es mucho más interesante, y en la misma ya encontramos la memorable secuencia del Royal Albert Hall de Londres.
- 39 escalones (The 39 Steps, 1935).
Sin duda estamos ante una de las cimas de esta etapa, un filme que ejercería gran influencia en muchas de sus obras posteriores. De hecho, podemos considerarla como una especie de borrador de Con la muerte en los talones (North by Northwest, 1959), una de sus indiscutibles obras mayores. Esta comedia de suspense, de ritmo trepidante, es tan inteligente y entretenida que el espectador no podrá apartar sus ojos de la pantalla hasta que descubra qué se esconde tras los 39 escalones…
- Alarma en el expreso (The Lady Vanishes, 1938).
Probablemente Hitchcock había visto El expreso de Shanghai (Shanghai Express, 1932) de Josef von Sternberg, filme que en su mayor parte también se desarrollaba en el interior de unos vagones de tren, antes de demostrar su impresionante dominio de la puesta en escena en esta deliciosa película en la que encontramos romance, humor, suspense y espionaje internacional. La acción tiene lugar en un país imaginario que nos recuerda mucho a
Hola Ricardo,
ResponderEliminarRecuerdo haber pasado por tu blog el verano del año pasado en busca de lecturas sobre mi admirado Andrei Tarkovski, y reconozco que me causaron una gran impresión tus opiniones sobre algunas de sus películas. Cometí el error de no guardar tu dirección y a pesar de buscarla en alguna otra ocasión, no ha sido sino el azar el que me ha traído de nuevo hasta este apartado y ya no tan solitario rincón dedicado al cine, en el que espero tenga cabida un seguidor más.
Aún tengo que retroceder más en la memoria para recordar un maravilloso ciclo sobre la etapa británica de Hitchcock que se proyectó en la cinemateca de mi ciudad. Conocía su obra posterior y reconozco que fui con una ignorante desconfianza que enseguida fue sustituida por un sentimiento de agradable sorpresa.
“El enemigo de las rubias”: si alguien nunca podría ser sospechoso de ello sería el propio Hitchcock que aunque aparece en la película en su primer cameo, sería más bien “El amigo de las rubias” por lo menos a la hora de elegir las actrices por su color de pelo. Podría ser un toque de ese humor que salpicaba sus angustiosas intrigas y que descolocaba, aún más, al espectador dentro del suspense. De lo que sí se le podría acusar, es de su tendencia a poner en la diana a falsos culpables.
“La muchacha de Londres”: película fronteriza donde las haya, entre el cine mudo y el sonoro, y entre la herencia expresionista y las formas narrativas americanas, con un toque de montaje soviético y el genio ya identificable del maestro inglés. Me hice con el dvd con las dos versiones, y es una gran oportunidad para comprobar la razón que tienes en afirmar que sabe jugar desde el principio con las posibilidades del sonido.
“El hombre que sabía demasiado”: quizás menos sofisticada que la versión del 56, su aparente mayor ingenuidad en la puesta en escena se ve compensada por la siempre inquietante presencia de Peter Lorre.
“39 escalones”: coincido, el film que más me impactó del ciclo, me mantuvo enchufado en la intriga desde el principio hasta el final. Creo que lo consigue gracias a un ritmo más progresivo en intensidad, con un montaje más preciso y una menor dispersión de los personajes. Impresionante la secuencia de las respuestas.
“Alarma en el expreso”: sí, todo un coctel de los mejores trucos e ingredientes del suspense, bien calculado y agitado por el maestro para dotarlo de vida y acción.
Bueno, no da para más la memoria, pero para eso estoy aquí: para seguir aprendiendo de entradas y comentarios enriquecedores.
Enhorabuena por un blog con una música y unas estancias realmente acogedoras.
Un saludo.
Hola, txusfin
ResponderEliminarMe alegra especialmente que te hayan causado una grata impresión mis comentarios sobre Tarkovsky, ya que es el artista cinematográfico por el que profeso la más profunda admiración. De hecho, ya sabes que el nombre de mi blog está dedicado a su figura.
En cuanto a Hitchcock, debo reconocer que yo también conocía su etapa norteamericana antes de ver sus películas británicas. Y es que creo que es lo más habitual entre los cinéfilos.
Estoy de acuerdo contigo en que Hitch era realmente el "amigo de las rubias", y seguramente le hubiera gustado estrechar ese lazo de amistad mucho más con alguna de ellas...
Tu comentario me parece jugoso y lleno de criterio, así que espero que en el futuro dejes alguno más. Un blog se enriquece con excelentes intervenciones como la tuya.
Para mí será un placer que, de cuando en cuando, te pases por este apartado y, como bien dices, ya no tan solitario rincón dedicado al cine.
Un saludo y gracias.
No conocía muy bien su etapa británica, sólo he visto 39 escalones y me cautivó. Hitchcock es uno de mis directores favoritos, por su etapa americana. Por lo que me apunto varias para verlas y opinar. Un abrazo Ricardo
ResponderEliminarHola, Pedro
ResponderEliminarSi te gusta Hitchcock no dudes en visionar algunas obras de su etapa británica. Además de las que cito en la entrada te recomiendo otras también muy interesantes como "El ring", "Asesinato", "Lo mejor es lo malo conocido", "Agente secreto", "Sabotaje" o "Inocencia y juventud". Ninguna de ellas llega a las cotas de maestría de su período hollywoodiense posterior, pero todas llevan el sello personal de este irrepetible genio.
Un abrazo.