Un arquitecto alemán (Paul Hubschmid) es contratado por el maharajá de Esnapur (Walter Reyer) para que planifique la construcción de determinados edificios. En su camino hacia el reino, conoce a una bailarina llamada Seetha (Debra Paget), surgiendo el amor entre ambos. Sin embargo, la pareja tendrá que hacer frente a los sentimientos del poderoso soberano, quien también está enamorado de la hermosa fémina.
En su regreso a Europa tras su periplo americano, Lang dirigió este maravilloso díptico de aventuras (en realidad se trata de una sola película, pero debido a su larga duración se decidió dividirla en dos partes) que supone una de las cumbres incontestables del género.
Lejos de ser esa obra menor que algunos han pretendido ver, El tigre de Esnapur y La tumba india configuran una excepcional pieza de madurez en la que el cineasta vuelve a reflexionar sobre algunos de los temas que le obsesionaron a lo largo de su carrera.
No se trata de una simple película de aventuras, ya que si miramos bajo la deslumbrante capa de entretenimiento que la recubre, nos toparemos con una profunda disertación sobre la dualidad humana, manifestada tanto en los sentimientos encontrados como en las circunstancias contrapuestas que el filme nos expone: el amor frente al odio, la fidelidad frente a la traición, el poder frente a la servidumbre, la opulencia frente a la miseria, la civilización frente a la barbarie, las creencias religiosas frente al racionalismo… El mismo palacio en el que reside el maharajá sirve como metáfora de las contradicciones que habitan al ser humano, contrastando la fastuosidad de sus jardines y estancias con el carácter lóbrego y sombrío de las cuevas subterráneas que esconde. Esa dualidad ya la encontrábamos en la ciudad futurista de Metrópolis (1927), y anida en buena parte de los personajes que pueblan la extensa filmografía langiana.
Narrado magistralmente y haciendo gala de un sugerente uso del color, el relato se ubica en el exótico e imaginario reino de Esnapur, situado en la India , aunque realmente parezca salido de entre las páginas de algún cuento oriental.
El inteligente aprovechamiento del marco arquitectónico, el sabio manejo de los espacios y la portentosa belleza de los encuadres, se suman a lo anteriormente citado otorgando al conjunto la categoría de rotunda obra maestra.
Mención aparte merece la sensual danza de Debra Paget bajo la monumental escultura de la diosa del templo. Todo un atrevimiento para la época.
Hola Ricardo, por fin tengo un poco de tiempo libre y puedo pasarme por aquí.
ResponderEliminarNo he visto ninguna de las dos películas, pero sólo por ver a la sexy Debra Paget contoneandose con música exótica ya encuentro motivación suficiente para hacerlo, jejeje.
Ya sin bromas, decir que estas dos cintas nunca me habían llamado excesivamente la atención dentro de la filmografía de Lang, las consideraba obra menor, puramente nutricias, y ahora gracias a tu entrada me doy cuenta de que hice mal.
Me gustaría preguntarte algo sobre este díptico, aunque la reflexión de fondo sobre la dualidad humana sea la misma que en otras películas de Lang ¿Qué hizo que el maestro se metiese a fondo (2 films consecutivos) en un género ajeno a su carrera como es el de las aventuras exóticas? Supongo que fundamentalmente fue por las buenas posibilidades comerciales de las cintas.
Un saludo y gracias por la recomendación
Hola, David
ResponderEliminarSi uno echa un vistazo a la filmografía de Lang se dará cuenta de que era un director terriblemente versátil. De ahí que aunque en su obra predominen los filmes de género negro y suspense debido a su pesimista concepción del género humano, realizara incursiones en otros géneros como el de ciencia-ficción, el western, el de aventuras, el fantástico e incluso el bélico. No era la primera vez que se embarcaba en un proyecto de aventuras exóticas, ya que en sus inicios había rodado las también dos partes de "Las arañas" (ambas muy flojitas por cierto) que se ambientaban en Perú y China. A finales de los cincuenta, con casi setenta años, el director ya estaba bastante cansado de Hollywood y del mal clima que se había creado debido a las investigaciones del Comité de Actividades Antiamericanas. Así que no dudó en regresar a Alemania, donde filmaría sus últimos trabajos. También hay que tener en cuenta que el díptico se basa en una obra de Thea von Harbou, que había sido su mujer y también guionista de algunas de sus obras, por lo que el texto de base no le era ajeno.
Te recomiendo que la veas y juzgues por ti mismo. Eso sí, libérate de prejuicios (vista a día de hoy puede resultar algo añeja) y olvida todo lo que hayas leído sobre la misma. A mí me parece una obra fantástica que se integra pefectamente en el personal universo langiano.
Un cordial saludo y gracias a ti por tu comentario.
Casualmente tengo estas películas entre mis obras clásicas, (las compré a ojo cerrado porque llevaban la firma de Lang) y me llevé bastantes sorpresas, es imposible compararlas con sus obras expresionistas. No me defraudó en absoluto y cómo no disfruté bastante con la bella y multicolorida recreación de la cultura india. Aunque el papel del marahajá no es muy autentico(por el actor).No obstante, para disfrutarlas plenamente hay que verlas con la paciencia de un niño, algunas escenas o efectos pueden parecer algo desfasados, pero eso no le hace mella.
ResponderEliminarTienes razón, Debra Paget es lo mejor de la historia. Bellisima.
Excelente tu blog, me interesó por el aire nostálgico que tiene. Me tomé la libertad de añadirlo en mi blogroll, espero no te incomode. Saludos cordiales
Hola, José
ResponderEliminarComo bien dices, la extraordinaria ambientación es uno de los puntos fuertes del filme. La magnífica y colorista fotografía de Richard Angst es una auténtica delicia. Coincido contigo en que hay que ver la película con los ojos de un niño y libre de prejuicios, pero sin olvidar que nos encontramos ante la obra de un verdadero autor que siempre deja su sello. Ya que de lo contrario nos quedaremos en la superficie y no seremos capaces de valorar la cinta en su justa medida.
Me alegra que te interese mi blog; y no, no me incomoda en absoluto que lo hayas añadido a tu blogroll.
Un cordial saludo y gracias por tu comentario.
Hola Ricardo,
ResponderEliminarYo no tuve otra opción que verla como un niño, porque la primera vez que me enfrenté a ella, lo era, y recuerdo que me entusiasmaron sus aventuras, no tanto el color, porque creo que la ví en blanco y negro, quedando grabada en mi mente la serpiente de la famosa escena de la danza.
Pasados los años la he vuelto a visionar en su plenitud, gracias a su edición en dvd y esta vez en el baile, precisamente, no me han llamado tanto la atención los movimientos de la cobra…realmente una escena hipnótica y valiente para la época.
Yo también pienso que es un signo de madurez no acallar la voz, ni la mirada del niño que podamos llevar dentro, nos permitirá conservar la capacidad de asombro en esta y otras películas, ante secuencias en apariencia ingenuas o de cartón piedra, tan alejadas de algunas vacías provocaciones digitales. Porque tienes razón, esta película sí está llena de profundas cuestiones humanas, muchas de los cuales se me habían escapado y he podido descubrir gracias a tu entrada y a los comentarios.
Existe, en mi opinión, otra virtud en este autor maduro y sabio a la hora de conservar esa mirada abierta hacia lo nuevo, de emplear un estilo cinematográfico alejado del expresionismo occidental original, para intentar acercarse a una cultura oriental como lo hizo otro maestro indiscutible, Jean Renoir, en esa otra maravilla sobre la India, sobre la inocencia, sobre la aventura de la vida y la muerte, titulada “El río”.
Si deseaba aprender, hoy me has dado toda una lección sobre el cine de Lang, gracias.
Un saludo.
Hola, txusfin
ResponderEliminarEs cierto que el cine actual, en su afán de hiperrealismo constante, ha terminado por acabar con la ingenuidad que los espectadores podían tener hace medio siglo. Eso hace que las generaciones de hoy, ajenas al verdadero cine, sean incapaces de disfrutar con películas como la citada o con otros clásicos del género. Me vienen a la cabeza películas como "El ladrón de Bagdad", "Simbad y la princesa" o "Jasón y los argonautas" por citar algunas. Es imposible disfrutar con las aventuras y mundos que nos proponen si no nos quitamos la venda de la edad adulta. A mí lo que realmente me fascina de una obra como la de Lang, es su capacidad para resultar completamente personal sin trastocar los cánones del género. Y ahí es donde reside su grandeza.
Por otra parte también me gustaría reivindicar el título de Renoir al que aludes, que sin ser una de sus obras mayores, se muestra como otro hermoso ejemplo del lirismo humanista de su autor.
Un saludo y gracias por tu comentario.
Hola Ricardo te invito a pasar por Ciclos de Cine para votar las películas de Cukor que te gustaría ver en el ciclo que comenzamos la semana entrante.
ResponderEliminarhttp://ciclos-decine.blogspot.com/2011/02/ciclo-george-cukor.html#comments
Las propuestas de un amigo y cinéfilo como tú no deben faltar.
Gracias.
No sólo el texto de base no le era ajeno si no que Lang había sido guionista de la primera versión de "La tumba india", de 1921, dirigida por Joe May, a mi juicio excelente aunque sin ese grado de sublime madurez cinematográfica que tiene la versión de Lang (si tuviera que escoger, ejercicio innecesario, mi favorita de sus películas). Creo que la idea de su vuelta a Alemania era rehacer una de sus viejas películas y la elegida fue ésta, después retomaron su Mabuse y ésa fue su última película. Las aventuras no sólo no le eran ajenas, además de la primera tumba india y de las arañas, que menciona Ricardo, ya había firmado otra de las obras maestras del género. "Moonfleet" con Stewart Granger. Saludos, un gozo ver en el blog una de mis películas favoritísimas de todo el cine mundial.
ResponderEliminarUna gran decepción han sido para mí estas dos peliculas de Lang tan decididamente kitsch. Las versiones anteriores de 1921 con guión de Lang y su esposa pero dirigidas por Joe May son infinitamente mejores. Tienen el encanto inefable de su tiempo y de sus medios técnicos, en cambio las de Lang están definitivamente anacrónicas. Además tienen la presencia magnética del gran Conrad Veidt.
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