Pierre (Paul Frankeur) y Jean (Laurent Terzieff), son dos peregrinos franceses que se dirigen a la ciudad de Santiago de Compostela. Durante el trayecto se topan con todo tipo de personajes, muchos de ellos anacrónicos, que les pondrán en contacto con las diferentes herejías surgidas a lo largo de la historia del cristianismo.
Luis Buñuel, el ateo más profundamente religioso de la historia del cine, se había consolidado en Francia con trabajos como Diario de una camarera o Belle de jour. Ahora, con el apoyo del productor Serge Silberman y al alimón con Jean-Claude Carrière (su coguionista habitual durante la etapa francesa), le tocaba afrontar una obra mucho más personal: La voie lactée.
Bajo su apariencia de comedia surrealista, La vía láctea esconde una honda, documentada y crítica reflexión acerca de algunos de los misterios más importantes de la fe católica (la Transubstanciación , la doble naturaleza de Cristo, el libre albedrío, la Trinidad , la Inmaculada concepción, la virginidad de María, los milagros marianos…); constituyendo un lúcido canto a la tolerancia religiosa.
Jesús, María, el obispo Prisciliano o el marqués de Sade son algunos de los personajes que aparecen en un relato que se salta las reglas del tiempo y el espacio, y que bebe tanto de Cervantes como de la obra de Jan Potocki El manuscrito encontrado en Zaragoza.
El viaje de los dos peregrinos, no deja de ser una mera excusa argumental para que el genio de Calanda dé rienda suelta a su desbordante imaginería. Consiguiendo alumbrar algunas de las escenas más controvertidas y sugerentes de toda su obra: Jesucristo dispuesto a afeitarse la barba, el niño con estigmas, el cura que ha escapado de un manicomio, el fusilamiento de un Papa, la monja a la que crucifican en el interior de una iglesia… Buñuel en estado puro.
En estos tiempos de anticlericalismo (antirreligión en realidad) radical y hueco, resulta interesante prestar atención a la mirada sumamente crítica e intelectual, de un ¿creyente? que siempre antepuso su espíritu rebelde e irreverente a los dictámenes del dogma.
Hey Ricardo gran reseña, una vez más gran trabajo. No soy especialmente fanático de Buñuel, pero coincido contigo en el exacerbado anticlericalismo, que yo llamaría anticristianismo radical de nuestros días. Sabes que no me considero católico, pero renegar el cristianismo es rechazar nuestras raíces, ya que es una de las bases sobre las que se asienta la actual Europa. Un gran abrazo amigo.
ResponderEliminarPara mi es una completa obra maestra, a nada se quedo de entrar en mis 5 imprescindibles del maestro aragonés, en fin gran resumen del film, como siempre un placer leerte
ResponderEliminarun saludo.
Hola, Pedro:
ResponderEliminarEstoy completamente de acuerdo contigo. El cristianismo y la civilización grecolatina, suponen el sustento histórico-cultural sobre el que se asienta Europa. Yo, personalmente, me siento muy orgulloso de mis raíces cristianas. Por otra parte, creo que deberías animarte a ver más obras de Buñuel ;).
Un abrazo, amigo.
Hola, Dan Chaplin:
ResponderEliminarA mí no me parece una obra maestra, pero tiene momentos verdaderamente geniales. Entre las cinco mejores obras de Buñuel no, pero entre las diez es muy propable. Lo que tengo muy claro, es que es bastante mejor película de lo que generalmente se tiende a pensar.
Un saludo.