Persona (ídem, 1966) de Ingmar Bergman.


La actriz Elizabeth Vogler (Liv Ullmann) se queda sin voz mientras interpreta en el teatro a Electra. Tras ingresar en un hospital, será enviada a una villa situada junto al mar con su enfermera Alma (Bibi Andersson).

Persona es, en muchos aspectos, la obra cumbre del cineasta sueco, a la que en su libro Imágenes (1990) se refería del siguiente modo “Tengo la sensación de que en Persona he llegado al límite de mis posibilidades. Que en plena libertad, he rozado esos secretos sin palabras que sólo la cinematografía es capaz de sacar a la luz”.


El filme se inspira en la pieza de cámara La más fuerte del dramaturgo August Strindberg, en la que los protagonistas son también dos personajes femeninos. Al igual que en la película de Bergman, una de las mujeres no para de hablar, mientras que la otra permanece siempre en silencio; un silencio que acabará por desquiciar a la primera, demostrándose entonces quién es verdaderamente la más fuerte. Sin duda Strindberg, a quien Bergman admiraba, influyó de forma clave en toda la obra bergmaniana, tanto en planteamientos estéticos como intelectuales.

El título hace referencia a las máscaras de teatro que se utilizaban en la antigüedad clásica, y es que el tema de la mascarada social resulta fundamental en la película que ahora nos ocupa; un tema que el propio Bergman ya había tratado bajo principios estéticos completamente distintos en El rostro (Ansiktet, 1958). En un primer momento, el filme iba a ser titulado Cinematografía, lo que nos habla claramente de las intenciones de Bergman de crear una obra basada en la ilusión y el artificio.


La película comienza con planos detalle que nos muestran cómo se pone en funcionamiento un proyector cinematográfico (el cine como ilusión), y a continuación aparecen una serie de imágenes aparentemente inconexas, pero que no son más que una conjunción de los temas tratados por el cineasta hasta ese momento:

-         Un pene en estado de erección (el deseo carnal impregna toda la obra de su autor).
-         Una araña (en clara referencia al “Dios-araña” que aparecía en Como en un espejo [Säsom i en spegel, 1961] que simboliza la ausencia y el silencio de Dios).
-          El cordero degollado y las manos clavadas a un madero (alusión al cristianismo).
-          Imágenes mudas que ya aparecían en su película Prisión (Fängelse, 1949) donde vemos cómo la muerte persigue a un individuo (la muerte es el tema capital de algunas de sus obras más importantes como El séptimo sello [Det sjunde inseglet, 1957] o Fresas salvajes [Smultronstället, 1957]).

Tras esta esquizofrenia visual nos situamos en el interior de un depósito de cadáveres, donde un niño acaricia una pantalla en la que se alternan las imágenes borrosas de las dos protagonistas del filme. Como veremos posteriormente, la actriz tiene un hijo pequeño que le causa repulsión, mientras que la enfermera tuvo tiempo atrás un aborto. Ese niño que acaricia la pantalla, y que parece querer alcanzar la figura materna sin llegar a conseguirlo, hace referencia a ambos casos.


 En la película Bergman fusiona de manera magistral lo real con lo irreal u onírico, sin que en muchos casos podamos distinguir lo uno de lo otro.

 Junto con el tema de las máscaras sociales, encontramos el otro tema esencial del filme, que no es otro que el de la descomposición y la fragilidad de la identidad. Elizabeth es muda por decisión propia, porque para llegar a “ser” (no sólo estar) y no traicionar su “yo”, debe permanecer en silencio; hablar supone decir cosas que a veces no se corresponden con lo que uno piensa. Esto es lo que le ocurre precisamente a Alma, que al principio se muestra segura de su postura ante la vida, aunque a veces sus actos no se correspondan con la misma (el episodio orgiástico que relata a Elizabeth).  Esa seguridad inicial, irá dando paso a las dudas y la confusión hasta acabar desposeída de su identidad. Se rompe así su máscara social (al igual que se rompe la propia película hacia mitad del metraje para volver a iniciarse) que daba sentido a su existencia. Todo ello como consecuencia del poder de la figura silente de Elizabeth, que “chupa” la identidad de su compañera a modo de metáfora vampírica. De hecho, en una escena vemos cómo Elizabeth absorbe literalmente la sangre de Alma. Este proceso de descomposición culmina con la fusión del rostro de ambas mujeres en una imagen que resulta terrorífica. Ya sólo existe una, la más fuerte, Elizabeth.


 Ante esta situación, a Alma no le queda más remedio que regresar a su mundo, donde la seguridad es mayor, a pesar de que sea una seguridad fundamentada en mentiras y apariencias. 

Al final de la película volvemos a ver planos del proyector cinematográfico que deja de funcionar. La ilusión ha terminado.

3 comentarios:

  1. Yo sigo pensando que las imágenes del principio no son alusiones a su propio cine sino los represores (dices: el sexo, el amor, la muerte, la religión...) que impulsan el conflicto interno (producido por lo que tú denomimas, mascarada social).
    Lo de la vampirización creo que no se produce, es un duelo interno y nadie le chupa la sangre a nadie. Ahí está la imagen del rostro partido de las dos mujeres, que denota la pugna del inconsciente silencioso (que emerge) y el yo social, pero no se impone, y claro está por mucho retiro que haga que de ningún modo volverá a ser la misma Persona.
    Pero insisto, es una película muy pero que muy compleja. Supongo que con la edad cambia la interpretación.

    Saludos.

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    1. Yo insisto en que hay una vampirización metafórica, entendida como el modo en el que una absorbe la personalidad a la otra. De hecho, Bergman lo enfatiza con esa secuencia onírica en la que Elizabeth chupa la sangre de las muñecas de Alma (tal vez no la recuerdes). De todos modos, como dices, es una película muy compleja y dada a múltiples interpretaciones.

      Un saludo.

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  2. Pues a mí no me parece una película tan compleja como se dice, y como decís. De hecho, la interpretación ortodoxa de lo que le sucede a Elizabeth la proporciona la doctora en una de las escenas previas al retiro de la enferma y de Alma a la casa donde la primera ha de recuperarse: dice la doctora que el conflicto de Elizabeth es un conflicto entre el ser y el estar (o algo así). Sí creo que hay una vampirización: además del detalle de la sangre que Elizabeth chupa de las muñecas de Alma, en una de las escenas en la casa las dos fuman pero la cámara muestra por una parte el rostro de Alma y por otra el brazo y la mano (con un cigarrillo entre los dedos) de Elizabeth, aunque esta escena puede interpretarse igualmente como una señal de escisión (que actúa a más de un nivel: he ahí la fotografía del hijo partida por la mitad). Prefiero otras películas de Bergman: 'Los comulgantes', 'Sonata de otoño', 'Saraband'. Quizá más simples, pero también con menos pretensiones.

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