Charada (Charade, 1963) de Stanley Donen.

Regina Lambert (Audrey Hepburn) es una norteamericana residente en París. Tras el asesinato de su marido, de quien desconocía casi todo y del que se quería divorciar, se verá envuelta en un peligroso embrollo relacionado con una fortuna robada durante la Segunda Guerra Mundial.

El diccionario de la Real Academia Española define el término Charada como “acertijo en que se trata de adivinar una palabra, haciendo una indicación sobre su significado y el de las palabras que resultan tomando una o varias sílabas de aquella”. Pues bien, en la película de Donen lo importante no es adivinar una palabra, sino descubrir el lugar en el que se encuentra ese cuarto de millón de dólares por el que mienten, discuten y hasta se matan sus personajes. 

Nos encontramos ante un apreciable y simpático filme que mezcla comedia, suspense y romanticismo al más puro estilo Hitchcock, por lo que no es de extrañar que se le considere un homenaje al cine del maestro británico. 

El autor de Dos en la carretera se vale de una refinada y elegante puesta en escena, para aplicar una serie de ingeniosas soluciones narrativas que constituyen lo mejor de la cinta. Algunas secuencias son en verdad memorables, como la del sepelio del marido de Regina (magnífica forma de presentar a los personajes) o el vibrante final en el teatro. El ritmo es impecable y los continuos giros en la trama, basados fundamentalmente en el juego de falsas identidades, sirven para captar la atención de un espectador que, al igual que la propia Regina, ya no sabrá a qué atenerse.

Sin embargo, pese al carisma y buen hacer de los dos intérpretes principales, la historia de amor que protagonizan resulta ñoña y poco creíble. Vale que Cary Grant era mucho Cary Grant, pero al público actual le costará tragar que la encantadora Audrey Hepburn se pase todo el metraje bebiendo los vientos por un hombre que podría ser su padre.

Sí que son destacables en cambio, tanto la música de Henry Mancini como el extraordinario elenco de secundarios (Walter Matthau, James Coburn, George Kennedy…).

Buena película, en definitiva, esta Charada de Donen; aunque esté lejos de ser ese magistral ejercicio de humor e intriga que algunos nostálgicos pregonan.