El niño de la bicicleta (Le gamin au vélo, 2011) de Jean-Pierre y Luc Dardenne.


Cyril (Thomas Doret), un niño de once años, no acaba de aceptar el hecho de que su padre lo haya abandonado en un centro de acogida. Un día, tras intentar fugarse del mismo, conoce de un modo casual a Samantha (Cécile De France), una peluquera con la que pasará los fines de semana.


Con un estilo contenido y de renuncia que nos recuerda a los últimos trabajos del cineasta francés Robert Bresson, los hermanos Dardenne, máximos exponentes del cine belga actual, nos ofrecen un hermoso y sencillo filme que ahonda en el desarraigo producido por la falta de amor.

 Filmada con cámara en mano, Le gamin au vélo es una película que se aleja del sentimentalismo y los discursos morales, optando por una visión más realista y distante en la exposición de las relaciones humanas. Lo cual no significa que en ella no encontremos momentos de enorme carga emotiva, que se ven adecuadamente enfatizados con la utilización del Adagio un poco mosso del Concierto para Piano nº5 de Beethoven.


Junto a su fluida narración, otra de las claves del éxito de la cinta es la credibilidad que destilan sus personajes, especialmente el de su protagonista principal (la interpretación de Thomas Doret es un auténtico descubrimiento). Cyril, casi siempre pegado a una bicicleta que es lo único que le queda de su relación con un padre que no quiere saber nada de él, es un ser necesitado de amor y ansioso por establecer lazos emocionales con los que sustituir la dolorosa ausencia paterna. Su estado de indefensión es total, de ahí que sea captado con suma facilidad por el delincuente del barrio a cambio de una falsa comprensión, unos refrescos y unas partidas a la PlayStation.

Menos mal que los Dardenne, haciendo un enorme esfuerzo de optimismo humanista que muchos (con razón) no se creerán, colocan en el relato al personaje de Samantha, una especie de hada madrina protectora y desinteresada, que hará todo lo posible para que el niño no caiga en el pozo de la marginalidad al que parece irremediablemente abocado. Surge de este modo la conmovedora fábula que nos invita a reflexionar sobre la sociedad que tenemos y la que en verdad podríamos tener.


El niño de la bicicleta es un notable ejemplo de lo que debe ser el buen cine social: un ejercicio capaz de causarnos desazón y, a la vez, hacernos sentir que aún estamos a tiempo de reparar lo que hasta ahora venimos haciendo mal.

9 comentarios:

  1. Cuantos niños debe haber por ahí en las mismas circunstancias de abandono, ¿Verdad? y sería tan facil evitarlo. Es bueno que se hagan películas de este tipo, que ponen en evidencia la importancia de las relaciones humanas. Ahora me viene a la mente otra, francesa "Hoy empieza todo" que me gustó mucho y que no hace falta que te explique de lo que vá, porque tú lo sabes seguro. El niño de la bicicleta, la veré en cuanto tenga ocasión.
    Un abrazo

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  2. Otra película que veré en Enero y es uno de los títulos que más espero.

    El cine de estos hermanos me encanta, porque es uno de los que mejor recogen la herencia bressoniana –en mi opinión sólo Garrel la ha llevado a cumbres más elevadas-; tiene la grandeza de la renuncia, de la renuncia a crear imágenes bellas (innecesarias), a encontrar la belleza en el sufrimiento (si cabe decirse), a crear una ética de la mirada; en otras palabras, a la búsqueda de la concienciación humana y social como pocas veces se ve. Su cine es necesario, está filmada con el corazón, sin maniqueísmos ni prejuicios morales, sin sentimiento de culpa ni buscando el aleccionamiento vulgar de un Ken Loach. W

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  3. Hola, selegna:
    No es que sea un gran admirador de Tavernier, pero la película que citas me impresionó mucho. Creo que debería verse en todos los institutos. Coincido contigo en que se tienen que realizar filmes de este tipo para intentar concienciarnos de la lamentable sociedad que hemos creado. Espero que te guste.
    Un abrazo.

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  4. Hola, Woland:
    Efectivamente, los Dardenne recogen lo mejor del estilo Bresson aplicándolo a un tipo de cine más social y de inexistente pretensión trascendental. En esta película la influencia del Truffaut de "Los cuatrocientos golpes" también resulta evidente.
    Un saludo.

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  5. El estilo de Bresson no tiene ni mejor ni peor (eso pertenece a la subjetividad). Y la principal diferencia entre el estilo de los hermanos Dardenne y el de Bresson radica en los largos planos secuencia que utilizan los primeros y su forma de acercar las cámaras a los actores. W.

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  6. Para personalidades extremadamente sensibles:
    Quede claro, por si todavía hace falta, que todas las opiniones vertidas en este blog son, como no podía ser de otro modo, totalmente subjetivas.

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  7. La vi en la seminci y me gustó, coincido contigo en que se aleja de moralinas y eso se agradece. me gustó mucho cécile de france, pero creo que a la peli le sobran alguna escenas. saludos!

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  8. Hola, Ismael:
    Es posible que le sobren algunas de las secuencias en las que aparece el macarra, un personaje demasiado estereotipado y simplón (me recuerda al malandrín de "Al azar de Baltasar" de Bresson). A mí también me gusta mucho Cécile de France, no sólo es guapa, sino que además desprende una sensibilidad especial.
    Un saludo.

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  9. Mi primera experiencia Dardennesca. Satisfactoria, muy buena película, aunque no me ha conmovido. Le pondría media estrella menos :)

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