Don Rafael Acosta (Fernando Rey), embajador en París de la ficticia república de Miranda (¿Cuba?); el matrimonio Thévenot (Paul Frankeur y Delphine Seyrig); Florence (Bulle Ogier), hermana de la señora Thévenot; y el matrimonio Sénéchal (Jean-Pierre Cassel y Stéphane Audran), tratan de reunirse en torno a una mesa para comer, pero siempre que lo hacen, se ven interrumpidos por las más variopintas causas.
Le charme discret de la bourgeoisie, es uno de los filmes más prestigiosos de Buñuel y una de las obras más destacadas de su etapa francesa. Se alzó con el Oscar a la mejor película extranjera en el año 1972.
A partir de una excusa argumental tan simple como original: un grupo de amigos burgueses son incapaces de sentarse a comer porque se les interrumpe de manera continua. El autor de Viridiana plasma con su habitual y socarrón sentido el humor, la vacuidad existencial de una clase social que se encamina hacia la nada; como bien queda metafóricamente reflejado en esas escenas que se intercalan a lo largo de la película, y en las que vemos a los seis personajes principales deambular por un camino apartado en medio de ninguna parte.
Buñuel se salta las reglas de la lógica narrativa y consigue alumbrar un relato basado en la reiteración de motivos. Ganando en complejidad con la inclusión de sueños, e incluso de sueños dentro de sueños, de modo que, llegado un momento de la trama, el espectador no sabe a ciencia cierta si lo que está viendo es real o fruto de las fantasías y ensoñaciones de los protagonistas. La narración adquiere, a veces, una estructura de cajas chinas similar a la de Las mil y una noches, enriqueciéndose con los recuerdos y experiencias oníricas de algunos de los personajes que van apareciendo.
La omnipresencia de la muerte a lo largo del metraje, resulta reveladora y premonitoria: nuestros protagonistas no pueden cenar en un restaurante en el que el patrón acaba de morir y se le está velando allí mismo; un joven teniente del ejército relata al grupo de señoritas que, durante su infancia, el espectro de su madre se le apareció para incitarle a envenenar al que, hasta entonces, creía su padre; otro militar cuenta a los comensales un sueño en el que pudo charlar con su madre y un viejo amigo, muertos los dos años atrás; en una ensoñación del inspector de policía se narra cómo todos los años, durante la misma noche, el fantasma de un antiguo gendarme visita los calabozos de la comisaría… Y es que ¿acaso no es la muerte el único destino posible para una clase social que vive enquistada en un estado de permanente apariencia y superficialidad? Precisamente, el hecho de que a los personajes les cueste tanto comer, e incluso copular (dos actos esenciales para garantizar la supervivencia), nos permite intuir que su fin está próximo.
Deliciosamente crítica y surrealista, El discreto encanto de la burguesía se muestra como un brillante ejemplo del Buñuel más puro.
Hace tiempo que la tengo en lista de espera, pero no he logrado verla. Además, cualquier ocasión es buena para disfrutar de Fernando Rey. Saludos.
ResponderEliminarHola, Dickson:
ResponderEliminarPues no esperes más y échale un vistazo, que bien se lo merece. Coincido contigo, ver a ese actorazo que era Fernando Rey siempre es un auténtico placer.
Un saludo y gracias por tu comentario.
Hola, buenas tardes, Ricardo, le queria felicitar muy efusivamente por el excelente blog que tiene usted, es el mejor para mi gusto que he leido en el planeta internet, saludos, gracias y enhorabuena por su labor.
ResponderEliminarHola, luis alberto:
ResponderEliminarAgradezco enormemente tu comentario. Palabras como las tuyas, son las que me hacen seguir con esta aventura bloguera iniciada hace apenas un año. Eres muy bienvenido aquí. Me he tomado la libertad de tutearte, no hace falta decirte que puedes hacer lo mismo conmigo.
Un saludo y muchísimas gracias.
Hola, Ricardo: Acabo de revisar (La ví hace mucho tiempo) "El discreto encanto de la burguesía". Me ha gustado mucho, porque nos presenta la corrupción y la doble moral, que existen en esa clase social con un humor ácido y en ocasiones negro, que nos hace ver su denuncia (que no ha perdido vigencia), con mayor nitidez. Me ha parecido genial la idea de poner a "Monseñor" trabajando como jardinero para el matrimonio anfitrión (La iglesia al servicio del poder) y la metáfora del grupo caminando por la carretera que no lleva a ninguna parte; Ésta, con ayuda de tu comentario; por eso paso a menudo por este blog. ¡Gracias!
ResponderEliminarUn abrazo
Hola, selegna:
ResponderEliminarMe alegra que hayas disfrutado, otra vez, con esta magnífica película del genio de Calanda. Como bien dices, Buñuel, con su habitual y socarrón sentido del humor, arremete duramente contra la hipócrita clase burguesa (una constante a lo largo de su obra); una clase que, como señalo en el comentario, está condenada a la nada y al vacío en virtud de sus defectos (genial esa metáfora a la que aludes). Lo de colocar a un clérigo trabajando para los señoritos es muy buñueliano, ya que el bueno de Luis era muy crítico con la jerarquía eclesiástica. Al fin y al cabo tenía razón, si la Iglesia aún se mantiene, es porque siempre ha sabido arrimarse al árbol que mejor sombra da.
Gracias a ti por pasarte por aquí y dejar tus impresiones.
Un abrazo.
Hola Ricardo:
ResponderEliminarSí, entiendo perfectamente lo que quieres decir y dices bien. Le habrán dado el Óscar y todo lo que tú quieras, y será una reflexión muy lúcida del genio de Calanda del evidente y trágico final de la clase burguesa que anda perdida por aquí y por allá anclada en la más absoluta superficialidad...pero a mí es la única película de Luis Buñuel que no me gusta nada, nada, nada...
Además creo que el tema queda muy bien retratado en "El ángel exterminador". Esta película me sobra.
Saludos.
Hola, Fransico:
EliminarJa, ja, ja. Se agradece tu sinceridad. A mí me parece una película muy divertida con momentos que rozan la genialidad. En cualquier caso, entiendo que este Buñuel más surrealista no sea del gusto de todos.
Un saludo.