Años 30, Los Ángeles. El ex policía J.J. Gittes (Jack Nicholson) es ahora un detective privado especializado en divorcios. Un día, llega a su oficina la señora Mulwray, que pretende que siga a su marido, ingeniero jefe del departamento de agua y energía de la ciudad, pues sospecha que tiene una amante. A partir de ahí, Gittes se verá envuelto en un oscuro asunto relacionado con la desviación del agua pública en tiempos de sequía. La situación se tornará aún más confusa cuando descubra que ha sido contratado por una impostora, y no por la verdadera señora Mulwray (Faye Dunaway).
Polanski regresó a los Estados Unidos (se había marchado a Europa tras el truculento asesinato de su esposa Sharon Tate a manos de la “familia Manson”) para filmar este clásico relato negro al que engrandeció al otorgarle su habitual visión pesimista y trágica de la vida, convirtiéndolo en excelente epílogo del género.
El preciso guión de Robert Towne, heredero de Chandler y Hammett, ofrece una compleja trama repleta de detalles (es recomendable visionar el filme en más de una ocasión), en la que tienen cabida la corrupción, las ansias de poder, la violencia, los secretos incestuosos y el fatalismo romántico.
Jack Nicholson está espléndido (el director supo controlar muy bien los tics que, en ocasiones, llevan a la sobreactuación al actor neoyorquino) en su interpretación de un personaje con pasado amargo y misterioso. Sabemos poco de él, tan sólo que dejó la policía tras un incidente ocurrido en el barrio chino de Chinatown (posiblemente la muerte de la mujer a la que amaba). Lamentablemente, el caprichoso destino le hará regresar a ese lugar maldito para (re)vivir otra experiencia funesta en la desgraciada secuencia que cierra la película.
La fascinante Faye Dunaway, por su parte, da vida a la femme trágica, que no fatal, que embriaga la historia de insondable tristeza por causa de su monstruoso padre (magnífico John Huston en su breve papel).
Polanski se muestra hábil en la narración, administrando con inteligencia los elementos que confieren suspense y tensión a la cinta, algo en lo que el cineasta franco-polaco es un verdadero maestro.
La fotografía de marcados tonos sepia de John A. Alonzo y la elegante banda sonora de Jerry Goldsmith, son otros aspectos a destacar en este gran filme, uno de los mejores trabajos de su autor.
Y no sólo más de una vez: la película ha de verse en su versión original-inglés- para no perder ningún detalle de un guión que bien podría incluirse entre los más logrados de la historia del cine. Un auténtico puzzle encajado al milímetro.
ResponderEliminarPor cierto que la fotografía de la película -brillante y clara, en contraste con la oscuridad característica del cine "noir" al que se adscribe- se inició a manos de Cortez, quien fue despedido al poco de haber arrancado la producción, por lo anticuado de sus técnicas. La escena de la persecución en los naranjales está rodada por él íntegramente y según los expertos, se aprecia su exceso de iluminación exterior.
Muy interesantes tus textos. Un saludo de una estudiosa de este genial director.
Hola, María:
ResponderEliminarPor supuesto, las películas hay que verlas siempre en su idioma original, ya sea el inglés, el francés, el japonés o el turco.
Coincido contigo en que el guión es, probablemente, la mayor baza del filme. Robert Towne hizo un trabajo excelente, y Polanski lo mejoró con la inclusión del trágico final (mucho más interesante que el previsto en principio por Towne).
Es cierto que el gran Stanley Cortez ("El cuarto mandamiento", "La noche del cazador") iba a hacerse cargo de la fotografía de la película, pero ciertas desavenencias entre él y Polanski hicieron que se marchara precipitadamente. No sabía que la secuencia de los naranjales la había fotografiado él.
Gracias por pasarte por aquí y dejar tu comentario.
Un saludo.
Personalmente me parece una cumbre del género. Acabo de volver a verla en la tele y todavía me ha parecido aún más buena, además de que no ha envejecido un ápice. Seguro que no llega a obra maestra? :)
ResponderEliminarHola, neordental:
EliminarSi no es una obra maestra, seguro que está muy cerca. La he visto varias veces ya, y quizá le falte un pelín para ser considerada como tal. No sé, cuestión de sensaciones. No te creas que resulta fácil poner una valoración a las películas. Siempre me mojo, y no dudo de que muchas veces me equivoco.
Un saludo.