El rostro ajeno (Tanin no kao, 1966) de Hiroshi Teshigahara.
XXIV Aniversario de la muerte de Tarkovsky.
Cisne negro (Black Swan, 2010) de Darren Aronofsky.
El valle de las abejas (Údolí vcel, 1968) de Frantisek Vlácil.
La mujer de la arena (Suna no onna, 1964) de Hiroshi Teshigahara.
Martillo para las brujas (Kladivo na carodejnice, 1970) de Otakar Vávra.
Las diez mejores películas de los Años 20.
1. Amanecer (Sunrise, 1927) de F.W. Murnau.
Obra de arte con mayúsculas; la cumbre de un cineasta capaz de conseguir imágenes de una fantasía y un lirismo inigualables. Supone la culminación del período silente, aunque sus logros fueron eclipsados en parte por la mediocre, aunque sonora, El cantor de Jazz (The Jazz Singer, 1927).
2. La pasión de Juana de Arco (
Sus impresionantes imágenes desnudan un alma para llegar a la nuestra. Un filme que demuestra que el cine puede trascender la barrera de los sentidos para posarse sobre cotas más elevadas y profundas de nuestro espíritu.
3. El gabinete del doctor Caligari (Das Kabinett des Dr. Caligari, 1920) de Robert Wiene.
Probablemente nos encontremos ante la película más influyente de la historia del cine junto con El nacimiento de una nación (The Birth of a Nation, 1915) de D.W. Griffith. La sombra de sus desvaríos visuales y trampas narrativas sigue planeando sobre la cinematografía actual.
4. Nosferatu (Nosferatu, eine Symphonie des Grauens, 1922) de F.W. Murnau.
Murnau mezcla el expresionismo con el naturalismo documentalista logrando imágenes de un arrebatador poderío que remiten al romanticismo decimonónico. Friedrich y Munch son dos claros referentes pictóricos de esta obra maestra.
5. El acorazado Potemkin (Bronenosets Potyomkin, 1925) de Sergei M. Eisenstein.
La famosa secuencia de las escaleras de Odessa sigue siendo una de las cimas del séptimo arte y plasma magistralmente las teorías eisensteinianas sobre cómo la acción y el montaje devienen en movimiento.
6. La quimera del oro (The Gold Rush, 1925) de Charles Chaplin.
Obra esencial de su autor, cargada de humor y humanismo. En su momento Chaplin llegó a decir que sería recordado por esta película. Evidentemente se equivocó, ya que no sólo lo recordamos por esta, sino también por otras muchas.
7. La carreta fantasma (Körkarlen, 1921) de Victor Sjöström.
Según cuenta la leyenda, el último pecador que muere en el año tiene que hacerse cargo durante el siguiente de conducir la carreta que recoge las almas de los muertos. Impresionante fantasmagoría de Sjöström de evidente lectura moral en la que destaca el extraordinario uso de las sobreimpresiones.
8. Fausto (Faust, 1926) de F.W. Murnau.
Una portentosa imaginiería puesta al servicio de la célebre historia del pensador que vendió su alma al diablo a cambio de la juventud en uno de los mejores trabajos de su autor. Sencillamente fascinante.
9. Metrópolis (Metropolis, 1927) de Fritz Lang.
Filme de visionaria concepción visual cuya iconografía sigue siendo una de las más recordadas del período mudo. Imprescindible.
10. El fantasma de la ópera (The Phantom of the Opera, 1925) de Rupert Julian.
La de Rupert Julian sigue siendo la más brillante adaptación de la novela homónima de Gaston Leroux. La tragedia, el romanticismo y el terror se dan la mano en esta grandiosa película que cuenta con una de las caracterizaciones más inolvidables de la historia del cine a cargo del incomparable Lon Chaney.