La condena (Kárhozat, 1988) de Béla Tarr.

“Las historias son todas historias de desintegración. Los héroes siempre se desintegran y se desintegran siempre de la misma forma. Si no, no sería desintegración sino renacimiento. Y no estoy hablando de renacimiento, sino de desintegración. Desintegración irrevocable”.

Karrer (Miklós Székely), hombre de mediana edad, permanece retirado en una pequeña población minera. Su día a día transcurre entre miradas a través de la ventana de su apartamento, borracheras en una tasca y visitas al bar “Titanik”, donde por las noches actúa una cantante (Vali Kerekes) de la que está enamorado. Cuando un conocido le propone participar en una operación de contrabando, Karrer prefiere cederle el trabajo al marido de la cantante, para así poder encontrarse con esta a solas.


El espectador de hoy en día parece haber olvidado el placer de contemplar, dándole de este modo la razón a Oscar Wilde, quien señaló que “para la sociedad no existe mayor pecado que la vida contemplativa”. Sí, la mirada de buena parte de los individuos que acuden a una sala de cine ha sido prostituida por el sobremontado cine actual. Uno se sorprende cuando lee a ilustres críticos y cinéfilos con criterio desdeñar un filme por el simple hecho de que su ritmo no se ajusta a los cánones convencionales. Bajo expresiones tan subjetivas y, normalmente, poco argumentadas como “es una película lenta” o “es una película aburrida”, no hacen otra cosa que poner en evidencia las carencias de su mirada. Porque mirar no es lo mismo que contemplar; lo segundo requiere de un esfuerzo y una atención que no todos los espectadores, acomodados en sus estupendas butacas, están dispuestos a ofrecer. 


El cine de Béla Tarr, al igual que el de Dreyer o el de Tarkovsky, te obliga a educar la mirada hasta que esta alcanza los niveles contemplativos que permiten su disfrute. La noción de tiempo se expande en él con el objeto de resultar más real y tangible dentro la propia ficción cinematográfica. Con Kárhozat, el lenguaje del director húngaro alcanza su madurez, articulándose a través de la concatenación de largos planos secuencia que relegan al montaje a una función meramente ensambladora, en las antípodas de la escritura eisensteiniana. Tarr es un formalista. Este hecho se refleja en la minuciosa planificación, composición y ejecución de cada plano. Aquí es capaz de convertir una historia anodina, alejada todavía de la densidad filosófica de trabajos ulteriores, en una pieza de arte cinematográfico mayúsculo. Hay dos escenas memorables que por sí solas ya justifican el visionado del filme: la primera de ellas es el embelesante plano secuencia que nos conduce por el interior del bar “Titanik”, mientras de fondo escuchamos a la cantante entonar una triste canción; la segunda, el interminable travelling hacia la derecha que recorre la fachada de una sala de fiestas en cuyas puertas se apilan estáticos individuos de mirada perdida.


Permítanme que diga una sola cosa más antes de concluir el comentario: las películas de Béla Tarr no serían lo mismo sin la música de ese grandioso compositor llamado Mihaly Vig.

Señores, esto es cine.




14 comentarios:

  1. Como tuve el, creo, acierto de ver la obra de Tarr en orden cronológico, creo que disfruté a aún más si cabe esta película, pues es la primera en la que se atisba el que sería conocido como estilo Tarr. Si bien es cierto que en "Almanaque de otoño" ya se vislumbran señales de ese estilo, con una banda sonora de Mihály Víg portentosa, por cierto. Recomiendo a los fans del húngaro que empiecen desde más atrás de "La condena", pues de lo contrario se perderían esa joya.

    Como bien dices, sin Mihály Víg no sería lo mismo. Realiza un trabajo fundamental, que lejos de acompañar, integra la obra fílmica en plena igualdad con el trabajo fotográfico. Es una de esas aleaciones que reivindican el papel de la música en aleación con el poder lírico de la imagen, como ya se ha dado con otras duplas: Angelópoulos/Karaindrou, Tarkovski/Artémiev, Lynch/Badalamenti, Leone/Morricone, Antonioni/Fusco, Egoyan/Danna, Morrison/Gordon y tantos otros...

    El plano secuencia inicial, donde queda mirando la ventana y las transportes mineros, tiene un contenido tan profundo, existencial, social y humano en definitiva, que sólo aquél que sabe contemplar, como bien dices, y participar con su mirada en lo que el director propone, es capaz de percibir. Los que no han dado ese paso en la apreciación del cine, no sólo no disfrutan de esto, sino que hasta se sentirán hastiados.

    Un saludo.

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    1. Hola, Manu:
      "La condena" es una obra clave dentro de la filmografía de Béla Tarr, ya que, como señalo en la reseña, es donde su lenguaje termina definiéndose de manera plena. Hay un antes y un después en su cine a partir de esta película.

      Un saludo.

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  2. Hola Ricardo, interesante lo que dices sobre "mirar-contemplar" que ha llamado la atención y me ha hecho pensar...
    Como te comenté alguna vez, mi relación con Tarr es muy breve y fugaz, intenté ver "El hombre del tren" y lo que pasó fue que tras 15 o 20 minutos me aburrí. Me entró un aburrimiento tan enorme que no lo pude soportar, ¿no suple contemplar?...yo cuando contemplo algo, me deleito en lo que estoy mirando, contemplo porque lo que miro evoca recuerdos, sentimientos, me hace salirme un poco del objeto o de la situación contemplada...o puede ser que contemple porque simplemente encuentre belleza o morbo (por qué no?) en lo que miro. Bien, cuando un director quiere que contemple, me somete a su particular dictadura del mirar, me hace contemplar lo que él quiere y por lo tanto no siempre coincide con lo que yo quiero...así pues, hay películas en las que no me molesta la lentitud y otras en las que sí.
    Quizás todo se resuma en esto que expongo o a lo mejor simplemente es que mi mirada contemplativa no está lo suficientemente "educada", todo puede ser...
    No sé...si alguna "doy" con otra película de Bela Tarr intentaré poner en práctica de la mejor manera mi mirada contemplativa.
    ;)
    Saludos!

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    1. Hola, Pulgacroft:
      No he visto esa cinta de Leconte que señalas. Quizá yo también me aburra a los veinte minutos de su visionado :). Por otro lado, creo que lo que hace que un director determinado te guste verdaderamente, es que compartas con él intereses, fobias y cierta visión de la realidad. A lo mejor lo que te pasa es que no te gustan los temas que trata Béla Tarr y punto. A todos nos sucede con algunos cineastas.

      Un saludo.

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    2. ¿Entonces es solo cuestión de compartir gustos o compartir visiones de la realidad para definir la calidad de una película? Por otro lado la frase "educar la mirada", solo podría usarse en Europa. Aquí en América sería un escándalo escribir de educar la mirada dada la diversidad de nuestras culturas nativas y la historia de la "educación de la mirada española" acompañada de exterminio cultural y genocidio que sufrimos. Pero eso no viene al caso. Estoy buscando algún criterio válido para analizar una película que vaya más allá de gustos por la forma narrativa o la forma no narrativa. En otras palabras si alguien le gusta en ritmo lento no es que esas películas contemplativas sean mejores que las narrativas sino que ese en tipo de cine que le gusta a uno. Hiciste un excelente análisis de la música de Vangelis en Blade Runner que atendía más a criterios objetivos y no la subjetividad de los gustos personales. ¿Según un criterio sintáctico y morfológico qué hace grande al cine de Bela Tarr?
      Hago esta consulta desde el respeto que le tengo a tu blog y para ampliar mis criterios de valoración de una película. Gracias anticipadas y disculpa si es que estas líneas parecen demasiadas frías.

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  3. Me gusta el cine en el cual puedes contemplar, mirar, oler el panorama y de sus más afamados directores no he visto lo que debería pero es que no sé bien por dónde comenzar.
    Como joven consumidor de cine en potencia que no ha visto ninguna película del gran Tarr ¿Qué me recomendarías para ver primero?

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    1. Hola, punkvh:
      Te recomendaría que empezaras con ésta o "El hombre de Londres". Evita por el momento "Sátántangó" (demasiado larga) y "El caballo de Turín" (demasiado extrema).

      Un saludo.

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    2. Gracias por la atención :)
      Pues sí, me he visto hoy "La Condena" y me ha gustado bastante, primero que decir que uno pensaba haberlo visto casi todo en cuanto a manejo de la cámara se refiere, pero qué cuidado tiene Tar y su colaborador en fotografía al poner sus mejores plano secuencia de éste filme, sobre todo la escena en el bar con la dama cantando ¡Qué travelling tan largo y fantástico!. Yo que he visto poco de David Lynch le encontré alguna similitud, poco pero sí. La música no es de mi gusto personal, y así no puedo negar que va muy de acorde con los momentos que describen la película.

      Ya veo porque tanta gente encuentra éste tipo de filmes aburridos y sin sentido, y es que contiene escenas de una carga onírica sútil y los planos que se mueven lentamente deben cansar a muchos, tengo que admitir que necesito educar más mi mirada pues sí se me hizo un poco difícil sostenerla y mirar todo lo que había en la pantalla. Y no es que no me gusten los filmes "lentos" por decirles de alguna forma, me han gustado mucho las dos películas más recientes de Haneke, aunque no estoy comparando pues considero que son dos mundos distintos.

      Me quedé con ganas de más cine del genio húngaro, tal vez encuentre algo que sea más de mi agrado personal. Yo le daría 3.5 estrellas, dicho todo esto es un filme genial que nadie debería perderse.

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    3. Me alegra que te hayas animado a penetrar en el fascinante universo del cineasta húngaro. Ahora, a por otra :)

      Un saludo.

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  4. ¿Y entonces qué es lo que te impide darle más puntuación?. ¿Qué hay de malo, o que no te guste en, al parecer esta estupenda pelicula?

    Saludos.

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    1. Hola, David:
      Creo que en esta película, como ocurre con "El hombre de Londres", el contenido está muy por debajo de la forma. Formalmente es un ejercicio fascinante, pero la historia resulta bastante anodina. La puntuación me parece la adecuada.

      Un saludo.

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  5. Sin dudas, Tarcovski y Bela Tarr, los genios del cine...
    Esperemos que Béla Tarr no calle, como anunció...Y si fuera cierto, entonces aguardemos el eterno retorno vislumbrado por Nietzsche.

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  6. Junto con tu comentario sobre el Caballo de Turín, en general me parecen buenas criticas acerca de las películas y de lo que podríamos llamar "La poética de Bela Tarr". Sin embargo, estoy completamente en desacuerdo respecto a que la historia de "La Condena" es insustancial; si se tratara únicamente de un conflicto de pareja sobre los roles, sería correcto, pero cuando se está hablando de la expresión del amor, tan magistral y devastadoramente como lo hace Bela Tarr, nada puede ser "anodino"; Con todo, celebro la seriedad que tienes al abordar este tipo de películas que corren el riesgo de ser descartadas inmediatamente o peor aún, de atraer a intelectualoides de café. Saludos desde México

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  7. En La Condena me subyugó el "clima", los tiempos...ese modo de expresar la "nada" que ya anticipa a El caballo de Turin"., dentro del pliegue deleuziano de la sensualidad.
    Hay escenas que suponen una copia casi exacta de Stalker de Tarcovski y que he interpretado (tal vez con parcialidad) que se trata de un tributo al genio ruso.
    Saludos desde Buenos Aires.

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