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El quinteto de la muerte (The Ladykillers, 1955) de Alexander MacKendrick.


La señora Wilberforce (Katie Johnson) es una venerable anciana que alquila dos de las habitaciones de su casa al profesor Marcus (Alec Guinness) y a cuatro compañeros suyos (Herbert Lom, Peter Sellers, Cecil Parker y Danny Green), quienes se hacen pasar por un quinteto musical de cuerda, cuando en realidad son unos ladrones. 


Deliciosa y encantadora comedia negra impecablemente facturada en los Estudios Ealing de la mano del interesante Alexander MacKendrick (El hombre vestido de blanco, Chantaje en Broadway, Viento en las velas…). En ella encontramos las habituales constantes que definieron a las producciones salidas de los míticos estudios: argumentos ingeniosos, fina ironía, diálogos chispeantes, humor negro, personajes pintorescos y situaciones absurdas. En el año 2004 fue objeto de un mediocre y olvidable remake a cargo de los hermanos Coen.

El magnífico arranque del filme, en el que el profesor Marcus llega a la casa de la anciana envuelto en una inquietante atmósfera de amenaza, es un claro homenaje a la obra silente de Hitchcock El enemigo de las rubias (The Lodger, 1927). Guinness vuelve a demostrar el porqué de su consideración como el actor de las mil caras de los estudios, al componer de manera brillante al poco agraciado líder de la banda. Él y cada uno del resto de miembros de la misma, constituyen una caricatura de un tipo determinado de villano: el “cerebrito”, el matón, el idiota, el bruto cabeza de chorlito y el advenedizo. Frente a ellos, una ingenua y algo chiflada viejecita a la que le gusta charlar con sus loros y tomar el té junto a sus compañeras de generación. Parece un combate desigual, ¿verdad? Pues se equivocan, o no tanto…


MacKendrick mantiene el pulso narrativo de la historia de manera espléndida a lo largo de todo el metraje, consiguiendo una película muy entretenida que se sigue con sumo agrado; y en la que no faltan secuencias de excelente planificación y ejecución, como la del atraco al furgón, por citar el ejemplo más evidente. Es una lástima que en su tramo final se incida en situaciones demasiado reiterativas que acaban por restarle gracia a lo que se pretende mostrar.

Además de la interpretación de Guinness, son también muy destacables las de Herbert Lom y Katie Johnson, esta última como la senil e inintencionada heroína. Otro punto a favor de la cinta, es la colorida fotografía de Otto Heller.


Seguro que The Ladykillers consigue arrancarles más de una carcajada durante su visionado, algo que parece fundamental para nuestras vidas en estos tiempos de crisis e incertidumbre social que nos ha tocado vivir.

6 comentarios:

  1. Ostras, ésta película..! es un tremendo disparate, quizás porque siempre nunca he podido ver el final, no le he pillado el punto bueno todavía.. pero todas las críticas la ponen cómo "exquisita". Qué curioso encontrarme ésta película aquí.

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  2. Muy divertida!!! Otra gran interpretación de l granAlec Guinness!! Merece la pena disfritarla!!
    Nada que ver con la de los Cohen (que está de más).
    Un saludo!

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  3. Hola, Anxelap:
    Un punto disparatado sí que tiene, como todas las comedias "made in Ealing". Te recomiendo que la finalices de una vez, y así puedas valorarla como es debido. Para mí no es exquisita, aunque sí estupenda.
    Un saludo.

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  4. Hola, Manderly:
    Sí, Guinness está inmenso una vez más. No en vano es uno de los grandes actores británicos de la historia. El remake de los Coen es tan flojo como innecesario, no merece decirse nada más al respecto.
    Gracias por tu comentario.
    Un saludo.

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  5. Parece interesante. Saludos.

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  6. Hola, David C.:
    Sin duda lo es, ideal para evadirse y echar unas sonrisas.
    Un saludo.

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