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Una historia de violencia (A History of Violence, 2005) de David Cronenberg.

“Ni siquiera Dios puede cambiar el pasado”.
(Agatón de Atenas)

Tom Stall (Viggo Mortensen) es un ejemplar padre de familia que regenta una cafetería en una tranquila localidad donde nunca sucede nada. Todo cambia para él y los suyos cuando a su negocio llegan un par de matones que parecen conocerlo.


En A History of Violence, uno de sus mejores trabajos, el realizador canadiense David Cronenberg, con guión de Josh Olson, adapta la novela gráfica homónima publicada en 1997 por John Wagner y Vincent Locke, inspirándose también en películas como Retorno al pasado (Out of the Past, 1947), de Jacques Tourneur (la trama es similar en algunos aspectos), o incluso en Sin perdón (Unforgiven, 1992), de Clint Eastwood (el personaje de Viggo Mortensen guarda ciertos paralelismos con el de William Munny, ya que ambos, redimidos de sus delictivos hábitos pasados tras conocer a una mujer, se ven ahora obligados a retomarlos para solventar un problema), para ahondar nuevamente en dos de las temáticas principales dentro de su filmografía: la identidad y la doble naturaleza del individuo. El resultado es un notable ejercicio cinematográfico que destaca por su economización narrativa y sus altas cotas de tensión dramática.


Hay en Una historia de violencia una transición soberbia que anticipa la pesadilla que van a vivir Tom (¿debería llamarlo Joey?) y su familia. Recordemos que la película arranca en un motel de carretera (magnífico plano secuencia inicial) donde los dos matones que buscan al protagonista han asesinado al recepcionista y a su mujer. Mientras uno de ellos llena un bidón de agua en la recepción antes de reanudar el viaje, una niña asustada abre la puerta de la habitación en la que había permanecido escondida durante la matanza. El criminal, frío, sin escrúpulo alguno, la dispara. Pero justo en el momento en el que aprieta el gatillo, Cronenberg corta la imagen y nos traslada a otra parte. De nuevo una niña, la hija de Tom en este caso, grita en medio de la noche después de sufrir una pesadilla. Con esta simple transición, el director vincula con sutileza lo que ya hemos visto con lo que más adelante vamos a ver: el desmoronamiento progresivo de la vida idílica de Tom y los suyos (conforman una familia ideal). El final del sueño americano. Cronenberg sazona su relato con unas cuantas dosis de violencia cruda que sorprenden al espectador por lo inesperado del contexto en el que se dan. Nadie esperaría algo así de no haber leído en los títulos de crédito iniciales el nombre del autor de Toronto. El cineasta consigue lo que se propone: inquietar a la platea partiendo de lo que resulta cotidiano. Igual que Alfred Hitchcock en La sombra de una duda (Shadow of a Doubt, 1943).


Viggo Mortensen está espléndido en su encarnación de lobo con piel de cordero; aunque los secundarios (Maria Bello, William Hurt y un siniestro Ed Harris) están todavía mejor. La escena final de la película (spoiler), en la que Tom vuelve a casa tras rendir cuentas con su pasado (lazos de sangre incluidos), me parece una de las más emotivas jamás filmadas por David Cronenberg. Con ella, y a través sólo de la mirada llorosa de una mujer, demuestra cómo el amor puede redimir incluso al peor de los bastardos.


JIM JARMUSCH. Hilario J. Rodríguez y Carlos Tejeda. CÁTEDRA.

"No hay reglas. Hay tantas maneras de hacer una película como cineastas potenciales. Es una forma abierta. Como sea, yo personalmente no sería capaz de decirle a nadie qué hacer o cómo hacer algo. Para mí es como decirle a alguien cuáles deberían ser sus creencias religiosas. A la mierda. Eso va en contra de mi filosofía personal. Por lo tanto, olvídate de las reglas que estás leyendo en este momento y considéralas más bien simples notas para mí mismo. Uno debería hacer sus propias notas porque no hay una única forma de hacer nada. Si alguien te dice que hay una única forma, su forma, aléjate de él tan rápido como puedas, tanto física como filosóficamente".
(Jim Jarmusch)


La editorial Cátedra, dentro de su Colección Signo e Imagen/Cineastas, nos brinda este título dedicado a la figura del singular realizador estadounidense Jim Jarmusch (Extraños en el paraíso, Bajo el peso de la ley, Dead Man, Ghost Dog: el camino del samurái, Sólo los amantes sobreviven…). Como viene siendo habitual entre los libros pertenecientes a la citada colección, uno de sus puntos fuertes es la rigurosa estructura narrativa de la que hace gala. Rodríguez y Tejeda se esfuerzan por dividir su texto en diferentes segmentos correspondientes a los distintos aspectos de la obra del cineasta de Akron. Subrayan su personalidad y coherencia artística frente a otros directores de su generación; su “europeización” sin perder sus señas de identidad norteamericanas (Dead Man sería, quizá, el mejor ejemplo); su capacidad para deconstruir géneros y reformularlos bajo una nueva luz. En el libro encontramos apuntes biográficos, anécdotas, citas del propio Jarmusch sobre su oficio, sobre sus películas, sobre algunos compañeros de profesión y sobre la vida en general. También se alude a sus amplias influencias cinéfilas, que abarcan desde eminencias del séptimo arte como lo puedan ser Michelangelo Antonioni, Yasujiro Ozu o Robert Bresson, hasta realizadores experimentales poco conocidos como Jerome Hill, Peter Kubelka o Maya Deren. Asimismo se analizan una a una todas las obras del autor de Flores rotas, incluyendo la reciente y notable Only Lovers Left Alive

Muy interesante, en definitiva, esta incursión teórica en el personal universo Jarmusch. Imprescindible para sus muchos seguidores y para los que deseen introducirse en su obra.

Las cincuenta mejores películas de la historia (lista revisada).


1. Sacrificio (Offret, 1986), de Andrei Tarkovsky.



2. La mirada de Ulises (To viemma tou Odyssea, 1995), de Theodoros Angelopoulos.



3. El caballo de Turín (A Torinói ló, 2011), de Béla Tarr.



4. Stalker (ídem, 1979), de Andrei Tarkovsky.



5. Gertrud (ídem, 1964), de Carl Theodor Dreyer.



6. Persona (ídem, 1966), de Ingmar Bergman.



7. Iván el terrible. Partes I y II (Ivan Groznyy I, 1944/Ivan Groznyy II: Boyarsky zagovor, 1958), de S. M. Eisenstein.



8. Cuentos de Tokio (Tokyo monogatari, 1953), de Yasujiro Ozu.



9. El espíritu de la colmena (1973), de Víctor Erice.



10. Ordet (La palabra) (Ordet, 1955), de Carl Theodor Dreyer.



11. Nostalgia (Nostalghia, 1983), de Andrei Tarkovsky.



12. Luces de la ciudad (City Lights, 1931), de Charles Chaplin.



13. Los comulgantes (Nattvardsgästerna, 1963), de Ingmar Bergman.



14. Andrei Rublev (Andrey Rublyov, 1966), de Andrei Tarkovsky.



15. Amanecer (Sunrise: A Song of Two Humans, 1927), de F.W. Murnau.



16. Viridiana (1961), de Luis Buñuel.



17. Armonías de Werckmeister (Werckmeister harmóniák, 2000), de Béla Tarr.



18. 2001: Una odisea del espacio (2001: A Space Odyssey, 1968), de Stanley Kubrick.



19. El árbol de la vida (The Tree of Life, 2011), de Terrence Malick.



20. El placer (Le plaisir, 1952), de Max Ophüls.



21. Vértigo. De entre los muertos (Vertigo, 1958), de Alfred Hitchcock.



22. Francisco, juglar de Dios (Francesco, giullare di Dio, 1950), de Roberto Rossellini.



23. Nosferatu, vampiro de la noche (Nosferatu: Phantom der Nacht, 1979), de Werner Herzog.



24. Luis II de Baviera, el rey loco (Ludwig, 1972), de Luchino Visconti.



25. Nazarín (1959), de Luis Buñuel.



26. Primavera tardía (Banshun, 1949), de Yasujiro Ozu.



27. La pasión de Juana de Arco (La passion de Jeanne d´Arc, 1928), de Carl Theodor Dreyer.



28. Ciudadano Kane (Citizen Kane, 1941), de Orson Welles.



29. Trono de sangre (Kimonosu-jô, 1957), de Akira Kurosawa.



30. Fresas salvajes (Smultronstället, 1957), de Ingmar Bergman.



31. El quimérico inquilino (Le locataire, 1976), de Roman Polanski.



32. Barry Lyndon (ídem, 1975), de Stanley Kubrick.



33. Fitzcarraldo (ídem, 1982), de Werner Herzog.



34. Apocalypse now (ídem, 1979), de Francis Ford Coppola.



35. Solaris (Solyaris, 1972), de Andrei Tarkovsky.



36. El evangelio según San Mateo (Il vangelo secondo Matteo, 1964), de Pier Paolo Pasolini.



37. El sur (1983), de Víctor Erice.



38. Hamlet (Gamlet, 1964), de Grigori Kozintsev.



39. La novia de Frankenstein (Bride of Frankenstein, 1935), de James Whale.



40. Dies irae (Vredens dag, 1943), de Carl Theodor Dreyer.



41. Sátántangó (ídem, 1994), de Béla Tarr.



42. El séptimo sello (Det sjunde inseglet, 1957), de Ingmar Bergman.



43. Los siete samuráis (Shichinin no samurai, 1954), de Akira Kurosawa.



44. Pasión de los fuertes (My Darling Clementine, 1946), de John Ford.



45. Yi yi (ídem, 2000), de Edward Yang.



46. La eternidad y un día (Mia aioniotita kai mia mera, 1998), de Theodoros Angelopoulos.



47. Amor (Amour, 2012), de Michael Haneke.



48. Madame de... (ídem, 1953), de Max Ophüls.



49. La evasión (Le trou, 1960), de Jacques Becker.



50. La ventana indiscreta (Rear Window, 1954), de Alfred Hitchcock.