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Días sin huella (The Lost Weekend, 1945) de Billy Wilder.

“Una es demasiado y cien no son suficientes”.

Don Birnam (Ray Milland) es un aspirante a escritor cuya desmesurada afición por la bebida, le hace llevar una existencia fracasada a pesar de los esfuerzos de su novia, Helen (Jane Wyman), y su hermano, Wick (Phillip Terry), por sacarlo del pozo en el que vive.



La industria de Hollywood miraba por vez primera y de frente al drama del alcoholismo con este soberbio título de Billy Wilder que se alzó con cuatro Premios Óscar (Mejor película, Mejor director, Mejor actor y Mejor guión adaptado). Cualquier filme posterior sobre el alcoholismo u otra adicción, sea cual sea, bebe directamente de The Lost Weekend, una película cruda, a ratos pesadillesca, que retrata de manera sórdida la decadencia física y moral de su atribulado personaje principal (memorable composición de un Ray Milland capaz de beberse hasta el Misisipi si este portase whisky).


La cinta se abre con una panorámica de la ciudad de Nueva York, seguida de un travelling con grúa que se aproxima a una de las ventanas del apartamento de Don. O mejor dicho, de su hermano Wick. El protagonista está haciendo el equipaje, puesto que se dispone a pasar un fin de semana en el campo, alejado de las tentaciones mundanas en forma de botella. No obstante, su comportamiento, inquieto y malhumorado, denota que algo no va bien, pese a que diga que lleva ya diez días sin probar una sola gota de alcohol. Pronto sabremos qué le pasa. Y es que, mientras manda a su hermano a buscar su máquina de escribir, esa que no utiliza desde los tiempos de la universidad, se lanza hacia la ventana y comienza a tirar de una cuerda en cuyo extremo, situado en la parte externa del edificio, hay bien acordonada una botella de whisky. Quiere guardarla en la maleta, pero Wick vuelve enseguida y no le da tiempo a hacerlo. Poco después llega Helen, su novia, quien le da unos consejos de cara a los días que va a pasar fuera. A Don, que parece no escuchar lo que le dicen, se le ve cada vez más incómodo, así que intenta deshacerse de los dos para llevar a cabo su cometido. Sin embargo, el plan le sale mal, ya que cuando ambos están a punto de marcharse, el hermano descubre el extremo de la cuerda en el alféizar de la ventana. Con esta secuencia inicial, Billy Wilder y Charles Brackett, autores del guión que adapta la novela homónima de Charles R. Jackson, además de presentar a los principales personajes, exponen el motor dramático de la trama, que no es otro que la adicción al alcohol de Don. Una adicción que, como se ha visto, le hace mentir incluso a sus seres queridos. Mucho más tarde descubriremos que también es capaz de robar y humillarse en público a causa de la misma.


La acción se desarrolla a lo largo de un fin de semana, aunque Wilder nos muestra los orígenes de los problemas de Don (muy original el primer encuentro entre éste y Helen en el recibidor de la ópera) mediante un par de flashbacks muy bien integrados dentro de la narración. Asimismo, es preciso subrayar tanto la fotografía en blanco y negro de John F. Seitz como la partitura del gran compositor húngaro Miklós Rózsa. 

Entre las secuencias a recordar, destacaría, por encima de las demás, el angustioso y conmovedor paseo de Don a través de la Tercera Avenida en busca de una tienda de empeños donde conseguir algo de dinero por su vieja máquina de escribir. Para su mala suerte, al final descubre que todas están cerradas debido a la festividad judía del Yom Kipur.

Clasicazo.


12 comentarios:

  1. Pedazo de película, Ricardo, con un inmenso Ray Milland! La secuencia que mencionas es conmovedora. Retrata muy bién el proceso de esta enfermedad que desgraciadamente afecta a muchas personas. Un abrazo.

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    1. Hola, selegna:
      Ray Milland siempre me ha parecido un gran actor. Aquí, desde luego, está genial. Sí, el alcoholismo es una enfermedad tan común que a veces cuesta reconocerla.

      Un abrazo y Feliz Año Nuevo.

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  2. Recuerdo de una manera muy clara el inicio de la película que describes pero no el desarrollo de la historia. Quizá sea un buen momento para revisarla y así me veo algunas películas que tengo pendientes del gran Billy Wilder como "La tentación vive arriba" (gran foto).

    ¿Has visto "Macario" de Roberto Gavaldón? Hacía tiempo que la quería ver y ayer me animé.
    Saludos.

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    1. Hola, Francisco:
      No he visto "Macario", es uno de los muchos títulos del cine mexicano que tengo pendientes.

      Un saludo y Feliz Año Nuevo.

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  3. Todo un clásico como bien apuntas Ricardo. Para mi gusto, nadie a conseguido tratar el alcoholismo como lo hiciera el gran Wilder en este filme.

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    1. Hola, ViriIII:
      Quizá sea el mejor filme sobre el alcoholismo junto con "Días de vino y rosas", de Blake Edwards.

      Un saludo y Feliz Año Nuevo.

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  4. Una de las pocas que me interesan de Wilder que me faltan por ver. También ganó aquella Palma de Oro multitudinaria, junto con 'Breve encuentro' y no sé cuantas más, no? Por cierto, muy bueno eso de que las posteriores películas sobre alcoholismo BEBEN de ella :)

    Feliz año, Ricardo. Cuídate y ojalá pueda pasarme muchos años más visitándote por aquí. Y que 2014 sea un gran año de cine, de paso.

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    1. Hola, Raúl:
      Prometo que lo de "beber" no era intencionado :). Sí, aquel año ganaron la Palma de Oro un montón de películas. Desconozco el porqué.

      Feliz Año también para ti. Ya sabes que te considero un fijo por estos lares, chavalín :)

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  5. Una película excelente que sabe transmitir toda la angustia del personaje y de su situación; además, el tratamiento del problema del alcoholismo era muy valiente y directo para su época. Saludos y Feliz Año.

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    1. Hola, ricard:
      Película valiente, sin duda. Al parecer, la industria del alcohol ofreció a los estudios varios millones de dólares para que no se estrenara.

      Un saludo y Feliz Año Nuevo.

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  6. Sospecho que un pesimista Billy Wilder utilizó aquí el alcoholismo como mera metáfora para hablarnos de las simas de abyección que puede alcanzar el ser humano atrapado en determinados vicios o situaciones. En cualquier caso, "DÍAS SIN HUELLA" es un implacable y pormenorizado estudio en negro de la conducta humana en grado de descomposición moral, efectuado a través de la línea de comportamiento de un dipsómano inútilmente vigilado.
    Impactante precisión y fuerza en las imágenes, además de un notable "tour de force" a cargo de Ray Milland.
    Ahí va un saludo y la (infundada) esperanza de que este recién estrenado 2014 nos sea propicio.

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    1. Hola, Teo:
      Estoy bastante de acuerdo en lo que dices. No olvidemos que Wilder venía de filmar otro filme negrísimo como "Perdición". De todos modos, en su cine, incluyendo las comedias, casi siempre ha primado esa visión pesimista a la que haces referencia.

      Un saludo también para ti, acompañado de los mejores deseos para este año que acaba de comenzar.

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