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Los peces rojos (1955) de José Antonio Nieves Conde.

“En las tinieblas la imaginación trabaja más activamente que en plena luz”.
(Immanuel Kant)

Hugo Pascal (Arturo de Córdova), escritor fracasado, y su prometida Ivón (Emma Penella), actriz de teatro, llegan a un hotel de Gijón en una noche de tormenta. Les acompaña Carlos, el joven hijo de Hugo. Cuando se acercan a ver el mar embravecido, el muchacho cae y es arrastrado por la corriente. Al no hallarse su cadáver, la policía comienza a sospechar de la pareja.


Nos encontramos ante una de las obras maestras más desconocidas de nuestro cine. Un magistral filme de suspense dirigido por José Antonio Nieves Conde, autor de las también interesantes Surcos (1951) y El inquilino (1957), que cuenta con un complejo guión a cargo de Carlos Blanco. La película está protagonizada por unos formidables Arturo de Córdova y Emma Penella. En el año 2003, Antonio Giménez Rico realizó un fallido remake titulado Hotel Danubio.


Los peces rojos versa sobre la fantasía y el arte de representar, como Hamlet. Hay momentos en los que cuesta discernir entre lo verdadero y lo falso, entre la realidad y la ficción. Hugo es un novelista de talento al que su editor no publica porque escribe obras de carácter inverosímil en un contexto en el que lo que se demanda es realismo. El fracaso profesional y una vanidad desbocada, le llevarán a edificar su obra maestra a partir de la mentira. Tan perfecta resultará su creación, tan humana y llena de matices, que con ella no sólo conseguirá engañar a los que lo rodean, sino que terminará por engañarse a sí mismo en una actitud que lo aproxima al abismo de la locura. La cinta posee un arranque espléndido: Hugo e Ivón se hospedan en un hotel en una noche de perros. Con ellos viaja el hijo del primero, aunque nunca lo vemos, tan sólo lo escuchamos hablar en una ocasión. Tras cenar, la pareja comunica al recepcionista que los tres salen a dar una vuelta para ver el mar. Elipsis. De repente, Ivón aparece gritando socorro y pidiendo ayuda por las calles de la ciudad. El joven Carlos ha caído al mar; pero, ¿qué ha ocurrido en realidad? ¿Ha sido un simple accidente o hay algo más? La investigación se inicia de inmediato.


El filme destaca por su riqueza narrativa, alternando el presente con varios flashbacks que aportan luz y diferentes puntos de vista sobre lo sucedido antes y durante aquella fatídica noche. Nieves Conde utiliza con asiduidad los espejos como metáfora del juego de apariencias en el que se ven inmersos los personajes. También hace uso de picados, contrapicados y angulaciones de cámara para enfatizar la naturaleza turbadora del relato.

¿Aún no han visto esta joya del cine patrio? Pues ya están tardando en buscarla. Imprescindible.


2 comentarios:

  1. Me he animado a ver "Surcos" y me ha encantado, vamos que si digo que es una obra maestra me quedo tan ancho. También voy a ver "El inquilino" y después esta. Todo un descubrimiento el tal José Antonio Nieves Conde.
    Salu2.

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    1. Hola, Francisco:
      "Surcos" es una película clave en la historia de un cine español que, hasta entonces, permanecía estancado en producciones de naturaleza propagandística. No te pierdas "Los peces rojos".

      Un saludo.

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