Cosmopolis (ídem, 2012) de David Cronenberg.

Eric Packer (Robert Pattinson) es un joven multimillonario que atraviesa la ciudad de Nueva York a bordo de una lujosa limusina para cortarse el pelo en su peluquería favorita. Mientras tanto, el mundo exterior parece encaminarse hacia el caos social y económico.

El cine de Cronenberg no ha dejado de caer en picado durante los últimos años a consecuencia de los intentos, no siempre logrados, por parte del director canadiense de labrarse un prestigio como intelectual que, de cuando en cuando, se sitúa tras las cámaras con el objetivo de mostrar su visión del mundo. Personalmente, considero que debería tomarse un descanso, a ser posible largo. Muchos de nosotros, pacientes espectadores hartos de asistir a verborrágicas, plúmbeas e insustanciales producciones que sólo satisfacen a los miembros de su extenso club de fans, se lo agradeceríamos de todo corazón. 

Cosmopolis supone una adaptación de la novela homónima del célebre escritor norteamericano Don DeLillo, con quien el autor de Inseparables comparte algunas obsesiones tales como la alienación del individuo, el avance tecnológico, el sexo, la paranoia o la muerte. El filme, digámoslo alto y claro, fracasa estrepitosamente en su intento de conformar una fábula acerca del ocaso de la era capitalista y el apocalipsis financiero que prologan la aparición de una nueva sociedad (¿quizá orwelliana?).  

Plomiza en su desarrollo y sobrepasada por sus aspiraciones estilísticas y pseudofilosóficas, la película, cuya acción transcurre a lo largo de un solo día y muy a menudo en el interior de la limusina, termina perdiéndose entre soporíferos e interminables diálogos pronunciados por una troupe de frikis con los que se pretende arrojar luz sobre el decadente estado de la economía global y la propia condición humana. Ya saben ustedes, el típico y  retorcido blablabá cronenbergiano/delilliano que en realidad dice mucho menos de lo que aparenta decir.

Una violenta manifestación, la presencia en la ciudad del presidente de los Estados Unidos y hasta el multitudinario entierro de una estrella del rap, ralentizan la ya de por sí espesa odisea de un protagonista cada vez más enajenado que, a lo largo de la misma, descubrirá que alguien quiere acabar con su vida.

Sorprendente (para bien) trabajo de Robert Pattinson y espléndida “aparición” del gran Paul Giamatti. Sin duda, lo mejor de una obra decepcionante.