“Ningún arte traspasa nuestra conciencia como el cine; sólo el cine toca directamente nuestros sentimientos hasta llegar a los oscuros recintos de nuestra alma”.
Se han cumplido ya cuatro años desde que Ingmar Bergman jugara su última partida de ajedrez con la muerte. Al igual que el Antonius Block de su filme El séptimo sello, no se fue sin antes realizar una buena obra; en su caso, una extraordinaria e irrepetible filmografía. Nadie como el maestro sueco ha plasmado en el celuloide las angustias vitales del hombre. Él nos hizo reflexionar sobre la figura de un Dios que calla, sobre las máscaras sociales, sobre el temor a la muerte y sobre los vaivenes emocionales de las relaciones de pareja. Desde Esculpiendo el tiempo queremos rendirle un humilde pero sentido homenaje. Tack! Ingmar.
“Casi toda nuestra educación estuvo basada en conceptos como pecado, confesión, castigo, misericordia, factores concretos en la relación entre padres e hijos, y con Dios. Había en ello una lógica interna que nosotros aceptábamos y creíamos comprender. Este hecho contribuyó posiblemente a nuestra pasiva aceptación del nazismo. En un sistema jerárquico todas las puertas están cerradas”.
“Nunca me faltó alimento para la fantasía y los sentidos, no recuerdo haberme aburrido jamás. Cosas curiosas, parajes inesperados, instantes mágicos...revivir luces, aromas, personas, habitaciones, gestos, acentos y objetos. No se articulan como episodios al azar, son más bien películas rodadas al azar, cortas o largas, sin sentido. Me tuve que mover entre la magia y el puré de patatas, entre el terror sin límites y la alegría explosiva. Las normas y prohibiciones eran tan incomprensibles como sombrías, el tiempo no existía, me decían ya estás grande tienes que entender el reloj .Es difícil distinguir entro lo que yo fantaseaba y lo se considera real. En la realidad había espectros y fantasmas. ¿Qué hacer con ellos? Y los cuentos ¿eran reales?¿Dios y los ángeles?¿Adán y Eva? Excitado, con los ojos clavados en el Doré, me identificaba con Isaac, eso era real: el padre estaba pensando cortarle la cabeza a Ingmar, ¿y si el ángel llega demasiado tarde? Se derrama sangre e Ingmar sonríe pálidamente. Realidad. Entonces llegó el cinematógrafo”.
“Paso revista críticamente a mis últimas películas o puestas teatrales y encuentro un puntilloso perfeccionamiento que espanta la vida el alma. En el teatro los actores pueden corregir mis debilidades. En el cine es irremediable. A veces tengo la sensación clara, casi física, que dentro mío se mueve un monstruo prehistórico, mitad animal, mitad hombre, al que estoy a punto de dar a luz...intuyo un ocaso que más que muerte es extinción. He visto a demasiados colegas morir en la pista de circo como payasos cansados, aburridos de su propio aburrimiento...la creatividad de la vejez no es un axioma. Es periódica y esta condicionada, como la sexualidad, que se va extinguiendo lentamente.
A veces echo en falta intensamente a todos y a todo. Fellini dice que el cine es una forma de vivir, por eso comprendo la anécdota, elocuente y gráfica, que contó en una escena de La dolce vita, en la que Anita Ekberg al finalizar su actuación en la película echó a llorar y se negó a abandonar el auto aferrada ... a su volante. Utilizando una suave violencia se pudo sacar del estudio.
A veces hay una especial felicidad en ser Director de cine. Una expresión no ensayada nace en un instante y la cámara la registra. Registra el dolor, el inasible, el captar el instante preciso...eso vale la pena, tal vez yo viva para esos cortos instantes. Como un pescador de perlas”.
“Es cierto que no creo en Dios pero la cosa no es tan sencilla, todos llevamos un dios dentro, todo es un dibujo que vislumbramos a veces, especialmente en el momento de la muerte.
Durante toda mi vida me debatí en una relación con Dios dolorosa y sin alegría. Fe o falta de fe, culpa, castigo, gracia y condena, realidades irrefutables, mis oraciones hedían a angustia, maldición, consuelo, aburrimiento y desesperación: Dios hablaba, Dios callaba”.
“Algunas veces he jugado con la idea del suicidio, una vez en mi juventud llevé a cabo un torpe intento. Nunca he soñado con hacer realidad mis juegos. Mi curiosidad ha sido demasiado grande, mi ansia de vivir demasiado robusta y mi miedo a la muerte demasiado sólido e infantil. Esta actitud vital es un control minucioso e incesante de las relaciones con la realidad, con la imaginación y con los sueños. En mi familia existieron los anuncios”.
“La amistad con las mujeres me resulta más fácil. La sinceridad es algo natural (me figuro); la indulgencia, total (creo); la lealtad, invulnerable (me imagino). La intuición se desenvuelve sin extravíos, el sentimiento se manifiesta sin velos, no está en juego el prestigio. Los conflictos que surgen no inspiran recelo, no se enconan. Hemos hecho juntos todos los pasos de bailes que se puedan imaginar: pasión, ternura, amor, chifladura, traición, ira, comicidad, hastío, enamoramiento, mentiras, alegría, nacimientos, descarga de tormenta, claros de luna, muebles, utensilios domésticos, celos, camas anchas, camas estrechas, adulterios, violación de fronteras, buena fe –y aquí siguen más-, lágrimas, erotismo, sólo erotismo, catástrofes, triunfos, disgustos, improperios, riñas, angustia, deseo, óvulos, espermatozoides, menstruaciones, fugas, bragas –y todavía hay más, mejor llegar hasta el final ahora que estamos lanzados-, impotencia, libertinaje, horror, proximidad de la Muerte , la Muerte , noches negras, noches desveladas, noches blancas, música, desayunos, pechos, labios, imágenes, vuélvete hacia la cámara y mira mi mano, la pongo a la derecha del parasol, piel, perro, los rituales, el pato asado, el filete de ballena, las ostras estropeadas, trampas y escamoteos, violaciones, trajes bonitos, joyas, roces, besos, hombros, caderas, luces extrañas, calles, ciudades, rivales, seductores, pelos en el peine, cartas largas, explicaciones, todas las risas, el envejecimiento, los achaques, las gafas, las manos, las manos, las manos –ya termina la letanía-, las sombras, la suavidad, yo te ayudo, la línea de la playa, el mar –ahora, silencio…”.
Dios bendiga su alma.
Todas las citas han sido extraídas de su autobiografía Linterna Mágica.