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Extraños en un tren (Strangers on a Train, 1951) de Alfred Hitchcock.


Guy Haines (Farley Granger) es un jugador de tenis que durante un trayecto en tren, conoce al extravagante Bruno Antony (Robert Walker), quien le propone un intercambio de asesinatos. Cada uno de ellos debe acabar con la vida de la persona a la que más odie el otro. En el caso de Guy es su mujer, ya que esta se niega a darle el divorcio que le permita casarse con la hermosa Anne Morton (Ruth Roman), hija de un senador; mientras que en el caso de Bruno, se trata de su padre. Guy se toma la propuesta de su compañero de viaje a broma; sin embargo, Bruno cumplirá la parte de su trato, obligando a Guy a que haga lo propio con la suya.  


Esta adaptación de una novela de Patricia Highsmith, supone uno de los filmes más geniales y redondos de Hitchcock. De una precisión técnica y narrativa milimétrica, la cinta alcanza cotas de tensión y suspense verdaderamente admirables.

Dos de los temas hitchcockianos por excelencia se fusionan aquí de manera magistral: la dualidad del ser humano y el falso culpable. El guión de Raymond Chandler y Czenzi Ormonde, sirve de vehículo a las brillantes soluciones narrativas de puesta en escena del maestro del suspense. Muchas son las secuencias a estudiar por su prodigiosa planificación y ejecución: la inicial, en la que Hitchcock filma de forma paralela la llegada de los dos personajes principales a la estación, con la peculiaridad de que sólo advertimos sus zapatos (suficiente para saber que uno de ellos es un tipo pudiente y estrafalario, y el otro, un tipo normal), hasta que ambos se encuentran de manera fortuita en el interior del vagón; el asesinato de la esposa de Guy a manos de Bruno, reflejado en las gafas de la víctima (el fuera de campo dentro del campo); el montaje en paralelo que nos muestra, por un lado, a Guy intentando ganar un partido de tenis a contrarreloj, y, por el otro, a Bruno desplazándose hacia el lugar del crimen con el objetivo de dejar allí el encendedor que inculpe a Guy; y por último, la secuencia final que transcurre (a toda velocidad) en el interior de un tíovivo (metáfora de la propia existencia). Todas ellas merecen estar en cualquier antología de la historia del cine.


Granger y Walker están estupendos en sus respectivos papeles, sobre todo el último, que compone a un desequilibrado y ambiguo personaje de evidentes connotaciones homosexuales. Su Bruno Antony es uno de los malvados más inquietantes y logrados del cine de su autor.

La excelente fotografía en blanco y negro del gran Robert Burks, confiere a la película una turbadora, opresiva y expresionista atmósfera propia del cine negro.


Que nadie lo dude, Strangers on a Train es uno de los trabajos más perfectos de Hitchcock, a pesar de que no sea de los más conocidos. Una obra mayor dentro de su filmografía.


4 comentarios:

  1. GRan pelicula, si el mismisimo Chandler, autor de novela negra es responsable del guion, no sé hay algunos detalles acerca del suspense que significa el falso culpable que no cuajan a mi entender, me explico: ¿Por que no se incluyo en la investigacion de la policia a los dos amigos de la victima(Miriam)?, si el tipo de los botes los vio claramente junto con la mujer, ademas en la escena del parque de diversiones donde la victima y el asesino coquetean, es imposible que los dos amigos citados no se hayan dado cuenta, lo que automaticamente convertia en sospechoso al tal Bruno Anthony,(solo hay que revisar las imagenes,tal vez sean detalles de filmacion, pero es mi modesta opinion, por lo demas la historia es brillante. Un detalle para la sonrisa, ¿como quedaria ver a Nadal y Federer dirigirse a la cancha con shorts y chaqueta al inicio del partido? jeje cómo han cambiado los tiempos.Un abrazo estimado Ricardo.

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  2. Hola, José:
    Tienes razón en lo que dices. Al cine de Hitchcock siempre se la ha criticado la inverosimilitud de algunos de sus argumentos y de determinadas situaciones que se producen a lo largo de sus películas. En el guión de "Extraños en un tren" hay más de un error, pero no importa. El maestro del suspense no lo era de la lógica. En su obra, lo verdaderamente importante es la inventiva narrativa, la forma extraordinaria en la que nos cuenta las cosas.
    Veo mejor a Federer con esa vestimenta, ya que es más elegante :). De todas formas, un partido entre el español y el suizo, a día de hoy, no sería tan tenso, ya que el mallorquín se impondría sin problemas.
    Un abrazo estimado José.

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  3. Coincido en que es una de las obras maestras de Hitchcock. Por lo que respecta a los fallos del argumento... bueno, no estoy tan de acuerdo. Yo cuando veo una peli de H. en mi casa trato siempre de verla solo, pues si no siempre se alza una voz que dice: 'vaya, esto no me lo creo', y hace que yo tenga que defender la técnica de la cámara subjetiva y demás cosas. Lo único que no me acabo de creer de la peli es el hecho de que la novia de Guy lea el nombre de BRUNO en la corbata del asesino, la primera vez que lo ve (parece como si haya usado prismáticos, o como si sea miope y aguze la vista para leer las letras; ¡está a 7/8 metros de distancia como mínimo!). Hitchcock consigue, en mi caso, la suspensión de la incredulidad de que habló Coleridge, cosa que muchos otros no consiguen (y supongo que será porque sabe como hacerlo). Ricardo: no acabo de ver las 'evidentes connotaciones homosexuales de Bruno', como dices. Sí le veo edípico total (adora a su madre y odia a su padre), ¿pero homosexual? ¿Crees quizá que siente atracción sexual por Guy? Me ha llegado al alma esto del 'fuera de campo dentro del campo' (asesinato reflejado en unas gafas), ¡muy bueno!

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    1. Hola, Josep:
      Bruno está loquito por Guy, yo lo veo clarísimo. Esa obsesión no es normal :). En cuanto a la veracidad de los argumentos de las películas de Hitchcock, tengo que decirte que me pasa como a ti, me importan un bledo. Lo del "fuera de campo dentro del campo" (podría haber utilizado el término encuadre), obviando la redundancia de la expresión, es tan cierto como que la tierra gira alrededor del sol. ¡Quemadme por ello! :)

      Un saludo.

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