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Still Walking (Aruitemo aruitemo, 2008) de Hirokazu Koreeda.


La familia Yokoyama se reúne durante un día de verano para conmemorar la muerte del hijo mayor quince años atrás.

En Aruitemo aruitemo, Hirokazu Koreeda pone de manifiesto la influencia recibida de Yasujiro Ozu, presentándonos un drama familiar sencillo y sin pretensiones, cuyo visionado resulta realmente agradable.


Se trata de una película reposada y calma, una ventana hacia las relaciones familiares con un argumento simple que no da lugar a los giros o sorpresas. El espectador, por tanto, debe limitarse a contemplar, a dejarse llevar por unos personajes tremendamente humanos y precisamente dibujados.

Es un filme donde cobran especial importancia los gestos, las miradas y los silencios, así como las palabras y la forma en la que estas se pronuncian. 

La alargada sombra de Ozu sobre esta obra es más que notable, de modo que temas habituales en la filmografía del maestro nipón como el paso del tiempo, la muerte o la confrontación entre generaciones, son tratados aquí con sumo tacto y delicadeza por parte de Koreeda, que es también el autor del guión.


Esa influencia no sólo se limita a ámbitos temáticos o argumentales, sino que también se expresa desde un punto de vista formal, con planos fijos del interior de la casa tradicional japonesa, en la que los personajes se reúnen en torno a la mesa tanto para degustar alimentos como para compartir impresiones. 

El tránsito vital es un tema esencial, probablemente el más importante en esta película. Algo que se refleja en planos que aluden al mismo, como el paso de un tren o los desplazamientos, siempre a pie, de los personajes, que suben y bajan cuestas y escaleras. Subidas y bajadas que no son más que una hábil metáfora visual del devenir de la vida, con sus cosas buenas y malas, con sus alegrías y decepciones.


Aruitemo aruitemo es, en definitiva, una sincera y hermosa muestra de gran cine.

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