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Soundtracks: A.I. Inteligencia Artificial (2001) de John Williams.

Por Antonio Miranda.


Traemos a Esculpiendo el Tiempo al incomparable genio estadounidense de la música de cine ahora que, recientemente, ha sido reconocido por el Instituto de cine americano (AFI), premio por vez primera en 44 años otorgado a alguien no director ni actor. Al margen de la calidad o clasificación de los filmes en los que ha participado (a juicio de cada uno), su obra queda registrada ya sin duda ninguna entre las obligadas dentro del Arte de todos los tiempos.

Inicio arrollador, en la partitura que tratamos, sutil, delicado y con una curiosa aplicación: el niño protagonista, bajo una gran interpretación, nos introduce de lleno en su naturaleza fílmica de máquina que el músico, con gran maestría, es capaz de atacar para devolver la humanidad al robot (que, precisamente, es lo que buscará durante toda su aventura) gracias a una colección de momentos narrativos deliciosos que culminan, de forma sorprendente, con la declaración de amor de la madre en la que Williams presenta, por vez primera, la melodía inigualable del tema principal de esta obra. Un inicio de historia sólo al alcance de un genio como él. Imaginar los quehaceres de la familia durante los primeros instantes de la película sin las notas de la partitura es, realmente, difícil. El ejemplo más claro, y que representa la forma de componer de todo este inicio, es la secuencia en la que la madre, a punto de irse con su marido, regresa junto a David, el niño robot, y le enseña el juguete del osito Teddy que su hijo, con problemas de salud, usaba a menudo. La escena, musicalmente hablando, es de una belleza plástica y calidad compositiva extraordinarias. Cómo John Williams modula y crea sensaciones distintas un segundo sí, otro también, cambiantes sin descanso y unidas todas sin grietas, resulta de un asombro particularísimo, siempre propio del ‘’Maestro’’. Secuencia, sin duda ninguna, a estudiar por cualquier compositor, seguidor o amante del cine o la música. Ejemplar y única, pese a pasar, seguramente, desapercibida.


La estructura formal de todo el cuerpo de la composición sigue le línea comentada, absolutamente convirtiendo ‘’Inteligencia artificial’’ en una narración sutil de las más elegantes de la carrera del artista y, al tiempo, de las menos valoradas, seguramente debido a esta forma de planteamiento mediante conceptos para nada comerciales, siempre melódicamente complejos y con un solo tema principal, hermosísimo, puntualmente empleado y con un significado importantísimo que, al tiempo, se lo ofrece también al resto de la, muchas veces, olvidada obra de John Williams para esta producción futurista de Steven Spielberg. La parte final, comenzada desde la llegada de David a la devastada Manhattan, mantiene una ejemplar medida de situaciones, aportando una simplificada narración a momentos aparentemente importantes y fácilmente elaborables mediante fragmentos sinfónicos y llamativos. No es así y Williams contiene todo, dueño del argumento, para los instantes finales, rebosantes (mediante la ya aparición directa del tema principal) de una belleza poco alcanzable en la historia de la música de cine. El desenlace del filme (tantas veces criticado pero, sin duda, elemento fundamental en la obra, como bien podemos darnos cuenta al escuchar detalladamente su composición musical), con la melodía principal ya presente en todo momento, contiene una explosión de emociones asombrosa. Y siempre, repetimos, mediante la elegancia y la sutileza, nunca desbordada ni exagerada, de la música. Ligeras referencias (en la parte final coral) a la música que Stanley Kubrick (fundamental en la concepción del proyecto) empleó del compositor György Ligeti en su ‘’2001’’.

Concluyendo, obra no tan reconocida como debiera, llena de detalles emocionales trabajados desde la prudencia musical y con un final, igualmente cauto, con una fuerza de Romanticismo insuperable.


2 comentarios:

  1. Esta es una de mis películas favoritas, incluida su parte final. Sin duda no sería tan emocionante sin la música de Williams.

    Saludos.

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    1. En efecto, Ricard. A. I. realmente es una maravilla a la que Williams otorga unas emociones insuperables.

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