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De la vida de las marionetas (Aus dem Leben der Marionetten, 1980) de Ingmar Bergman.

“Observo mi cara en el espejo. Me es bastante familiar. Y constato que en esta combinación de sangre y carne y nervios y hueso hay dos… no sé cómo llamarlos; dos entidades irreconciliables. El sueño de cercanía, dulzura y comunidad. Abandono de todo lo vivo. Y por el otro lado violencia, terror, amenaza de muerte. A veces creo que todo eso tiene un origen común”.

Peter Egermann (Robert Atzorn) es un exitoso hombre de negocios que estrangula y viola a una prostituta. A continuación se inicia una investigación policíaca con el objetivo de averiguar qué razones lo llevaron a perpetrar tan horrible crimen.


Aus dem Leben der Marionetten es el exhaustivo estudio psicológico de una personalidad reprimida y atormentada. Tras su visionado, el espectador se ve sacudido por la idea de que la existencia no es más que un escenario teatral en el que ejercemos de simples títeres atrapados en las férreas convenciones sociales que determinan lo que somos. Con un guión perfectamente estructurado, repleto de diálogos y soliloquios brillantes (resulta revelador el monólogo frente a un espejo de Tim, el amigo homosexual de Katarina, la mujer de Peter), la película muestra la incomparable pericia del autor sueco a la hora de exponer y diseccionar las contradicciones inherentes al alma humana.


Flanqueado por un prólogo y un epílogo a color, el resto del filme, rodado en un sobrio blanco y negro con fotografía de Sven Nykvist, se estructura en diferentes episodios que transcurren antes y después del asesinato de la prostituta a manos de Peter Egermann. Estos continuos saltos en el tiempo (de días, e incluso horas), tanto hacia delante como hacia atrás, sirven para tener una visión conjunta del estado mental del protagonista; de las posibles causas y fatales consecuencias de su crimen. Cada episodio cuenta con una conversación entre dos personajes como elemento central del mismo. A través de los sucesivos testimonios del entorno familiar y social de Peter, que incluye al profesor Mogens Jensen (Martin Benrath), su psiquiatra, Bergman va dibujando la personalidad de su personaje principal: un tipo infelizmente casado, de homosexualidad reprimida, cuyo débil carácter ha sido forjado en el seno de una madre posesiva. Toda la película posee una atmósfera onírica, casi pesadillesca, gracias a la abstracción alcanzada por la puesta en escena en determinadas secuencias (véanse la fantasía homicida de Peter o su sueño relatado mediante una carta), y a la minimalista música de Rolf A. Wilhelm.


En cuanto a la técnica de filmación, destaca el uso de espacios cerrados, los planos de larga duración y los primeros y primerísimos planos de los personajes.

Temas habituales dentro de la filmografía bergmaniana como la identidad, las máscaras sociales, el existencialismo vital o la convivencia matrimonial, son el caldo de cultivo dramático de De la vida de las marionetas; notable y experimental obra cinematográfica. No demasiado conocida, pero sí muy apreciada por los seguidores del inmarcesible autor de Los comulgantes.


4 comentarios:

  1. Es una película apasionante, de lo mejor de Bergman que ya es decir. Saludos.

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    1. Hola, ricard:
      Apasionante y poco conocida si la comparamos con otras películas de su autor. Cien por cien recomendable.

      Un saludo.

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  2. Me dejó tan mal cuerpo que me dije que la volvería a ver… cuando yo estuviera un poco más curtido. Puede que haya pelis del sueco más duras que ésta (El silencio, Los comulgantes, Gritos y susurros), no seré yo quien lo ponga en duda, pero puedo volverlas a ver sin resistencias. Esta tendrá que esperar un poco, jeje.

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    1. Hola, josep:
      Es un filme ciertamente turbador, la verdad. Estoy de acuerdo contigo en que no siempre resulta adecuado acudir al Bergman más duro porque te hunde. Venga, un Red Bull y ¡a por ella! :)

      Un saludo.

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