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Ida (ídem, 2013) de Pawel Pawlikowski.

“El pasado es un cubo lleno de cenizas”.
(Carl Sandburg)

Polonia, años sesenta. Poco antes de tomar los votos para convertirse en monja, la joven Anna/Ida (Agata Trzebuchowska) visita a su tía Wanda (Agata Kulesza), a la que no conoce, y descubre sus orígenes.


Avalada por sus premios en diferentes festivales como Varsovia (Mejor película), Toronto (Premio internacional de la crítica), Gijón (Mejor película, guión, actriz y dirección artística) o Londres (Mejor película), Ida, del realizador polaco Pawel Pawlikowski, constituye un magnífico trabajo que sigue la tradición del mejor cine europeo de autor. Ambientada en la Polonia socialista de los años sesenta, el filme, cuyo punto de partida resulta idéntico al de Viridiana, de Buñuel (una novicia que visita a su único pariente antes de tomar los votos), reflexiona acerca del pasado histórico, las raíces familiares y las heridas sin cicatrizar.


Ida es una película formalmente brillante, caracterizada por una austera puesta en escena de resonancias bressonianas (o dreyerianas), una cuidada composición de planos, unos encuadres donde se “vacía” la parte superior del campo, y una extraordinaria fotografía en blanco y negro rica en texturas. Al igual que el Rublev de Tarkovsky, nuestra protagonista, también religiosa, debe salir de su “cascarón”, el convento, para tomar conciencia de la humanidad previo paso a la aceptación de su lugar en el mundo. El contacto con el mal (las huellas del Holocausto), con su pasado familiar (no es quien creía ser ni proviene de quien creía provenir), y con las tentaciones carnales (el personaje del joven músico), le harán replantearse sus convicciones existenciales. Pawlikowski narra de manera pulcra, concisa (la cinta apenas supera los ochenta minutos de metraje), omitiendo lo superfluo y sin necesidad de recurrir a la música extradiegética, excepción hecha de la sublime Ich ruf zu dir, Herr Jesu Christ, de Johann Sebastian Bach, en la escena final. El contraste de caracteres entre las dos mujeres (“Yo soy la puta y tú la pequeña santa”, como le dice Wanda a su sobrina en un momento determinado del filme), que se irán aproximando emocionalmente a lo largo de la trama, sirve al director para articular su sobrio relato. Cabe resaltar, en ese sentido, la labor interpretativa llevada a cabo por Agata Kulesza, que está enorme.


Una obra cinematográfica notable, en definitiva, esta Ida. Su mayor o menor relevancia dependerá, como es habitual, de cómo le sienten el paso del tiempo y los sucesivos visionados.


11 comentarios:

  1. Genial la veré en cuanto pueda, la nación polaca siempre me ha parcido en especial la música de Chopin y la grandeza del espiritu de los polacos que han sabido sobreponerse a tantos desatres en su historia, ciertamente cada que escucho algo que tenga q ver con Polonia procuro verlo. Entonces de seguro la veré.
    Pero Ricardo me siento algo perdido, hace unos días salí de ver "La postura del hijo" de Peter Netzer la ganadora del Oso de Oro del año pasado, y me ha parecido una obra tan vacia en sensaciones, es que ciertamente no logró conmoverme practicamente nada, más allá de la crítica social que pueda tener, me ha parecido una obra muerta, quisiera que me hicieras el favor y me "iluminaras" pq siendo el Festival de Berlín uno de los grandes y que ciertamente respeto por su buen criterio a la hora de juzgar las películas, me siento muy confundido.

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    1. Hola, Juan:
      Aún no he visto "La postura del hijo", así que lamento no poder darte mi opinión al respecto.

      Un saludo.

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  2. Una película, para mí, que levanta expectativas que no cumple. Nada que objetarle a nivel formal, al contrario, en este sentido es maravillosa. Pero ¿dónde está el discurso/mensaje/contenido? ¿Qué es lo que nos quiere transmitir? El tema es espinoso y profundo pero el tratamiento es de lo más superficial. Si para el espectador la forma es suficiente para emocionarle, bien, pero, si no es así, se va de la sala con la sensación de que le han vendido gato por liebre (aunque personalmente prefiero que el envoltorio sea austero, sobrio, en blanco y negro, sin banda sonora, etc., como es el caso, que no que nos apabulle con hojarasca multicolor y altisonante).

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    1. Hola, Josep:
      Está claro que Pawlikowski no es Bergman (lo digo por lo de la profundidad), pero creo que su "Ida" es un trabajo soberbio, y no sólo en la forma. Personalmente, me ha gustado mucho. Espero volver a verla.

      Un saludo.

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  3. Hola, Ricardo: Veo que últimamente estás comentando películas que te han gustado mucho, como esta por ejemplo, lo que demuestra que se sigue haciendo buen cine, en contra de lo que muchos repiten y de lo cual me alegro. Trataré de verla. Un abrazo

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    1. Hola, selegna:
      Claro que se sigue haciendo buen cine, simplemente hay que buscarlo :).

      Un abrazo.

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  4. Desde que estuvo en el festival de Morelia, acá en tierras mexicanas, me he roto la cabeza por conseguirla y nada, tengo altas, muy altas expectativas, así que no leeré tu critica hasta que la halla visto.
    Saludos.

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  5. Muy buena la propuesta de este director, desconocido para mí (Espero indagar más sobre él entre un rato) la verdad que, la narrativa es muy austera, para ser un trabajo algo sencillo, ya que las implicaciones visuales, los planos cuidados y la puesta en escena muy delicada, hacen de un metraje si no duro de roer sí interesante y blando a la vez, con una sabrosa sensación de haberte llevado un mensaje manipulado superficialmente, como comenta Josep. Aunque viéndolo de cerca: es una representación muy lúcida de la existencia del "cascaron" Los paralelismo con bueñel y su Viridiania están más que notorios; hasta el suicidio de los co-protagonistas jaja

    ¡Saludos! Gracias por la rese.

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  6. Hola, Carlos:
    No había caído yo en lo de los suicidios, pero... tienes razón :)

    Un saludo y gracias a ti por comentar.

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  7. Ricardo: Termino de ver Ida y lo primero que hago es leer tu crítica sobre ella porque valoro mucho tu criterio con el cual no siempre coincido. En este caso la coincidencia es total: me pareció un cine sobrio, cuidado, respetuoso, con una fotografía soberbia, un mensaje sutil. Plenamente de acuerdo en que no sólo la forma es excelente sino que el contenido también lo es. En algún momento pensé que terminaría en el tópico fácil de la aspirante a monja que termina volcándose aparatosamente hacia otra vida, como si hubiera estado reprimida y ello para nada sucede. Por el contrario, se nos muestra como su vocación era firme pero eran tantos los cabos sueltos en su vida que no podía dar un si definitivo sin resolverlos. Desde ese punto de vista, muy sabia la decisión de la superiora. En fin, una gran película.

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