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21 gramos (21 grams, 2003) de Alejandro González Iñárritu.

“La tierra giró para acercarnos, giró sobre sí misma y en nosotros, hasta juntarnos por fin en este sueño”.
(Eugenio Montejo)

Un trágico accidente trastoca las vidas de tres personas: Paul Rivers (Sean Penn), enfermo terminal que espera un trasplante de corazón; Cristina Peck (Naomi Watts), una mujer felizmente casada; y Jack Jordan (Benicio Del Toro), ex presidiario reformado gracias a la religión.



¿Alguna vez se han detenido a pensar en el cúmulo de circunstancias que han determinado que hoy en día sean lo que son? ¿No se dan cuenta de que el mismo hecho de que ahora estén delante de su ordenador, leyendo esta reseña y no en otra parte, obedece a un sinfín de casualidades pasadas por alto? Pero, ¿qué es en realidad la casualidad? ¿Es tan casual como parece o viene dictada desde alguna parte? ¿No es nuestra existencia el resultado de un mero arbitrio o azar? ¿Por qué nacieron donde nacieron? ¿Por qué se encontraron con quien se encontraron? ¿Por qué hacen lo que hacen?... 21 gramos, segundo largometraje del director mexicano Alejandro González Iñárritu, refleja a la perfección el caos de nuestras vidas y cómo un hecho ¿casual?, en este caso un accidente de tráfico, puede hacer virar de modo radical el curso de nuestro destino.


La película posee una estructura narrativa libre, algo caprichosa quizá, que avanza y retrocede en el tiempo constantemente. Requiere la plena atención del espectador. Es un filme hecho trizas, deshecho, como la vida de sus protagonistas. Se muestran escenas incompletas que requieren de otras posteriores para ser comprendidas y encajadas dentro del todo. La trama avanza poco a poco, omitiendo siempre elementos de la historia para que ésta no quede resuelta hasta el final. Más que el qué, lo que importa es el cómo. El guión de Guillermo Arriaga reflexiona sobre temas como el dolor, la culpa, le redención o la venganza. Iñárritu confiere al conjunto un tratamiento visual áspero, crudo e hiperrealista. No es una película bonita de ver, ni mucho menos. Se busca lo contrario. En determinados aspectos no deja de ser un drama convencional más sobre vidas cruzadas. Es la intensidad dramática que aportan sus tres soberbios intérpretes principales (Naomi Watts está impresionante) lo que lo eleva por encima de la media. Un convincente dibujo de personajes, atendiendo a las motivaciones de cada uno de ellos, hace el resto. La comedida partitura del compositor argentino Gustavo Santaolalla, puntea ocasionalmente el relato.


En conclusión, pese a no impresionar como lo hiciera en el momento de su estreno, hace ya diez años, el visionado de 21 gramos sigue resultando espléndido. Noqueador en ocasiones.


11 comentarios:

  1. Aquí nos encontrábamos con un Iñarritu prometedor, muy prometedor, ¿Qué sucedió? Saludos.

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    1. Hola, Dan Chaplin:
      Con Iñárritu sucedió lo que con otros muchos: lo poco que tenía que contar ya lo contó. Ojalá me equivoque.

      Un saludo.

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  2. Devastador- por momentos- puzzle emocional que mejora lo visto en la irregular 'Amores perros' al condensar en un metraje más corto todas sus virtudes.
    Como bien dices, en ocasiones el orden de las escenas parece elegido tirando un dado; no obstante, los momentos más dramáticos están bien encadenados. A falta de un segundo visionado, el recuerdo es notable.
    Entre ésta y Mulholland Drive, no decido en cuál se encuentra la mejor actuación de Naomi Watts. Que por cierto, a ver si algún director interesante le da un papel bueno, que lleva unos años perdida, con algún destello ocasional, pero que sabe a poco sabiendo de lo que es capaz.

    Un saludo.

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    1. Hola, Neuromante:
      Naomi Watts es una gran actriz dramática. Creo que su mejor trabajo es el de "Mulholland drive", incluso por delante de "21 gramos".

      Un saludo.

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  3. Esta película me dejó tan mal cuerpo que no me siento capaz de volverla a ver. Como la mayoría de las películas de su director, tiene destellos de brillantez pero concita la sospecha de que está dando gato por liebre. Saludos.

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    1. Hola, ricard:
      Firmo todo lo que dices :)

      Un saludo.

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  4. "21 Gramos" es una de la películas que más me ha impacto emocionalmente por la tremenda labor interpretativa y el pulso narrativo de su director. No comprendo cómo no le dieron el Oscar a Naomi Watts ese año.

    Un saludo

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    1. Hola, Cuttlas:
      Si no me equivoco, ese año el Óscar fue a parar a Charlize Theron, cuyo único mérito era parecer fea en "Monster" :).

      Un saludo.

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  5. La capacidad narrativa de una película depende de múltiples factores, bien sean visuales o plásticos, argumentales o vinculados al guión y como no al montaje. Este último, nunca suficientemente valorado, debe de fluir en su espacio, en su ordenación y en su metraje en proporciones armoniosas, que en gran medida constituyen uno de los misterios esenciales de toda obra cinematográfica. 

En "21 gramos" el montaje adquiere un protagonismo y virtuosismo incontestable. Es un complejo mecano de alta precisión. Pero no se articula como mecanismo enrevesado y ampuloso para mejor gloria de un brillante ejercicio de estilo, eso sería una farsa o engaño de difícil asimilación. Por el contrario, en esta obra toda la complejidad narrativa vinculada a un montaje exquisito tiene su razón de ser. La historia en esencia es la mixtura azarística de una serie de personas a raíz de un fatal acontecimiento. Sus vidas quedarán fusionadas para siempre, bien a través del dolor, la búsqueda o el encuentro. Y es ahí donde el montaje no lineal articula el mensaje. Nada es lo que parece, todo es relativo. El dolor de la pérdida no es mayor que el que anida en el causante de la misma. Ellos en realidad son solo uno.

La narración confusa inicial va adquiriendo lógica y la lógica nos conduce a la relatividad de unas vidas en las que el amor, el cansancio o hastío, la responsabilidad, el odio, el vacío, las necesidades afectivas, la muerte, la enfermedad, la justicia y la redención a través del fervor religioso, no son exclusividad de nadie. Cualquiera de ellos pudo ser el otro. Cualquiera de ellos puede ser víctima o verdugo, razón o ilógica, soledad o encuentro, dios o demonio. El guión a saltos nos permite descodificar, comprender mas aún a cada personaje, pues los vemos en periodos atemporales, cuando sufren o cuando gozan, cuando están solos o comparten, sin un orden cronológico ni afectivo. Ese final en el que Naomi Watts y Benicio Del Toro se encuentran es de una sentida y lógica hermosura. A fin de cuentas tan solo son seres humanos en eterna búsqueda, donde el caprichoso rumbo los ha unido en el dolor y asomado a ese mural histriónico de la relatividad vital.

Si el personaje de Benicio Del Toro es en esencia un perdedor, un hombre contra su ruin y miserable destino que sin saberlo quita y al mismo tiempo genera vida, destroza un mundo y sus sentimiento y abre la ventana al renacer de otro encuentro, de otro amor, de otra posibilidad de subsistencia. Sucesión vital y anulación vital, verdades y mentiras relativas pintadas sobre la condición humana. 

Todo ello está contado con una maestría admirable, donde la dirección de Iñárrutu corta la respiración, acaricia cada plano, lo dibuja con una verosimilitud daliniana, imprimiendo a la imagen una fuerza descomunal, con cámara en mano, cercana, inmediata, sentida. Es un claro ejemplo de realización compleja y actual, hiperrealista, pero sin estridencias, sin abuso, sin juegos malabares desmedidos. 

De no ser por una parte final algo precipitada o forzada, de marcada irregularidad o falta de credibilidad, este trabajo sería una enorme obra maestra. Creo que pese a ese lastre, se configura como un trabajo magistral de enorme belleza plástica, pero sobre todo un ejercicio de sensibilidad mayúsculo.

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  6. Me temo que no soporto a Iñärritu. 'Babel' se me hace incluso peor :-/

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