De manera fortuita, un hombre (Trevor Howard) y una mujer (Celia Johnson) casados se conocen en una estación de tren. Este encuentro inicialmente programado por el azar, se irá repitiendo, ya de forma intencionada, semana tras semana, dando lugar a una intensa y sentida historia de amor.
En opinión de quien suscribe estas líneas, Breve encuentro, adaptación de la pieza teatral de un solo acto Still Life de Noël Coward, constituye el mayor logro cinematográfico de David Lean. Este modesto y sencillo (sólo en apariencia) drama romántico, ha conmovido desde el momento de su estreno a varias generaciones de cinéfilos que no logran oponer resistencia al cúmulo de emociones y sentimientos universales que de él emanan. Porque ¿alguien cree de verdad que lo que aquí se expone no le puede ocurrir? Apuesto a que no.
Emulando a Gabriel García Márquez, podríamos afirmar que Brief Encounter es la crónica de una muerte anunciada, ya que todos, incluso los propios personajes, somos conscientes de que la historia de amor que se nos presenta está condenada a no ir más allá de unos cuantos encuentros efímeros (la estación de tren, lugar de paso, es una adecuada metáfora de los mismos). Es precisamente ahí donde reside el halo trágico y amargo que envuelve todo el filme, y que se ve acentuado de manera magistral con la expresionista atmósfera creada por la fotografía de Robert Krasker.
Nos encontramos ante una película de gestos, de reveladoras miradas, de besos y abrazos furtivos, y de palabras que aspiran a la caricia y el consuelo en los momentos en los que todo parece perdido. Su visionado invita a reflexionar acerca de la relativa importancia del tiempo, subordinado al eterno recuerdo de un paseo en barca, una tarde en el cine o una mano que se posa sobre nuestro hombro antes de emprender el vuelo definitivo. Es posible que la existencia de Laura y Alec (inolvidables composiciones de Johnson y Howard) se prolongue durante muchos años, pero sus vidas siempre quedarán ancladas a esos jueves en los que, por primera y única vez, sintieron cómo sus seres se desprendían del yo para fusionarse con el otro.
Lean narra con sensibilidad y utiliza de un modo verdaderamente admirable algunos recursos como el flashback, la voz en off (resignada confesión interior de Laura a su marido), la música (Concierto para piano nº2 de Rachmaninoff) o los efectos de sonido (las bocinas que marcan las llegadas y salidas de los trenes que unen y separan los destinos de los protagonistas).
Por todo lo anteriormente dicho y por muchas otras cosas que cabría comentar, Breve encuentro se eleva como uno de los clásicos esenciales del cine romántico de todos los tiempos. Imprescindible.