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La mujer del cuadro (The Woman in the Window, 1944) de Fritz Lang.


Richard Wanley (Edward G. Robinson), respetado profesor universitario y padre de familia, se obsesiona con el retrato de una bella mujer (Joan Bennett) que se expone en un escaparate contiguo al club que frecuenta. Una noche, mientras lo contempla admirado, conoce a la chica que aparece pintada, y tras ir a su apartamento, se ve implicado en un truculento crimen.


Fritz Lang filma su particular gabinete del doctor Caligari (película cuya dirección había rechazado años atrás) en este clásico del cine negro de todos los tiempos.

Se trata de un relato de marcado carácter pesadillesco, en el que bajo la ya resobada premisa de tipo común se mete en problemas tras conocer a supuesta mujer fatal, el cineasta austríaco nos introduce en una serie de ambientes sórdidos, sabiamente captados, que sacan a la luz los impulsos más oscuros e inconfesables de la mente humana.

La influencia de este filme se hace evidente en obras como Laura (ídem, 1944) de Otto Preminger, y en algunos de los trabajos más retorcidos y geniales de David Lynch como Carretera perdida (Lost Highway, 1997) o Mulholland Drive (ídem, 2001).


Las turbias y expresionistas atmósferas de noches tormentosas, asfalto mojado y oscuros bosques actúan como medio que atosiga y desespera a unos personajes superados por las circunstancias. Resultando magistralmente recogidas por la fotografía en blanco y negro de Milton Krasner y acentuadas por la partitura de Arthur Lange.

El guión de Nunnally Johnson introduce algunos elementos interesantes en la trama, como el hecho de que el protagonista sea amigo del fiscal que se encarga del caso (interpretado por Raymond Massey), lo que le permite conocer de primera mano los avances de una investigación que irremediablemente conduce hasta él. Sin embargo, redunda en improbabilidades y casualidades poco creíbles que, no obstante, podrían justificarse y encontrar explicación en el giro poco convincente hacia el que vira la película casi al final.


El reparto está excelente, a excepción de un inadecuado Dan Duryea, destacando las composiciones de Robinson y de esa presencia magnética y cargada de sensualidad llamada Joan Bennett. Los tres repetirían poco después, y nuevamente bajo la dirección de Lang, en la todavía mejor Perversidad (Scarlet Street, 1945).

2 comentarios:

  1. Una maravilla más de las muchas que nos dejó Lang, estimado colega. Y totalmente acertada esa referencia a Caligari.
    Un saludo.
    p.d.:Brutal la música que impregna el blog, oiga.

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  2. Hola, Crowley
    Efectivamente Lang nos legó un buen puñado de grandes peliculas, tanto en su etapa alemana como en la posterior norteamericana. Me alegra que te guste la música que he puesto al blog.
    Gracias por pasarte por este rincón y dejar tu comentario.
    Un saludo.

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