Páginas

Casanova (Il Casanova di Federico Fellini, 1976) de Federico Fellini.

“Comienzo declarando al lector que, en todo cuanto he hecho en el curso de mi vida, bueno o malo, estoy seguro de haber merecido elogios y censuras, y que, por tanto, debo creerme libre".
(Historia de mi vida, Giacomo Casanova)

Siglo XVIII. El seductor veneciano Giacomo Casanova (Donald Sutherland) recorre las cortes de las principales capitales europeas acumulando a su paso experiencias y amantes de todo tipo.


Fantasiosa, original, desmesurada y brillantísima adaptación libre de las memorias de Giacomo Casanova que constituye una de las cimas creativas de la filmografía del realizador italiano Federico Fellini y del cine de los setenta en general. La película, filmada íntegramente en decorados construidos para la ocasión en el interior de los míticos estudios Cinecittá de Roma, tuvo un rodaje largo y complicado, con un coste final que se disparó hasta los veintinueve mil millones de liras. Lejos de presentarnos a Casanova rodeado de su tradicional aura de conquistador triunfante, Fellini opta por ofrecer una visión más amarga y patética del personaje: “Según mi humilde parecer, su perpetua huída, su necesidad enfermiza de acumular hechos y gestos, su incapacidad para construir unas relaciones auténticas y verdaderas, prueban más bien que nunca ha salido del vientre de su madre. Por eso, mi Casanova no es más que un maniquí electrificado, o un fantasma sorprendido en la niebla por una cámara, que deja escapar retazos de respuestas a las inconvenientes preguntas que le hace un entrevistador indiscreto”.


El Casanova de Fellini (excelente elección la de Donald Sutherland) es un tipo irrealizado que compensa su vacío existencial con una frenética actividad fornicadora. Siendo un hombre ducho en diversas materias (literatura, oratoria, economía, política…), sólo es reconocido y valorado como amante en las diferentes cortes europeas por las que viaja (París, Londres, Parma, Roma, Berna, Bohemia…). Desde la biblioteca del conde de Waldstein, donde un Casanova ya anciano pasa los últimos años de su vida, rememora no sin cierta melancolía sus aventuras amorosas a lo largo y ancho del viejo continente. A su alrededor, un buen puñado de personajes grotescos y pintorescos sirven al particular autor de Ocho y medio para retratar la decadencia moral y conductista de la aristocracia y la burguesía del Siglo de las Luces. Valiéndose para ello de una puesta en escena extremadamente imaginativa, barroca, singular, artificiosa, colorista y hasta carnavalesca. Con impresionantes decorados y un diseño de vestuario ganador de un Óscar. Mención aparte merece la memorable partitura del gran Nino Rota, que envuelve al relato en una onírica atmósfera musical.


De entre las innumerables e imborrables secuencias que salpican esta obra maestra, me quedo con la extraña danza que el protagonista mantiene con una muñeca mecánica antes de convertirla en otra más de sus amantes. 

Extraordinaria película.


2 comentarios:

  1. "El mayor de los sufrimientos es la ausencia de amor" comenta Fellini sobre su Casanova. Maravillosa y bella es también esa escena del apagado de las grandísimas lámparas de velas.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. Hace muchos años que no la veo pero cuando lo hice me dejó una muy buena impresión y siempre he pensado que, con 'Satyricon', se la tiene como olvidada, como si no estuvieran a la altura de, pongamos por caso, las archicitadas 'Roma' y 'Amarcord'. Pero para mí ambas son mucho mejores que estas últimas. Por cierto, ¿veremos algún día una crítica tuya de 'Satyricon', Ricardo? Yo, por pedir… :-)

    ResponderEliminar