Páginas

Festival de Cine Europeo de Sevilla 2014: el lado sórdido de la naturaleza humana. Crítica de "La pianista".

LA PIANISTA (La pianiste, 2001), de Michael Haneke. Sección Focus Europa: Austria.


Erika (Isabelle Huppert) es una estricta profesora de piano de mediana edad, que vive en compañía de su controladora madre (Annie Girardot). Walter (Benoît Magimel), su nuevo alumno, tratará de seducirla.

Desigual y sobrevalorado filme del cineasta austríaco Michael Haneke, quien, con más pretensiones que resultados, vuelve a hurgar en el lado oscuro de la naturaleza humana; esta vez, a través del personaje de una docente de inclinaciones masoquistas, cuya personalidad ha sido alienada por culpa de la figura castrante de su madre. Adaptación de la novela homónima de la escritora Elfriede Jelinek publicada en 1983.

Tras un prólogo que deja a las claras la relación amor-odio que existe entre madre e hija, la película se estructura en dos partes. La primera de ellas, la más conseguida, nos muestra la conducta dual de la protagonista: severa y culta cuando imparte clases en el conservatorio, perturbada y extrema cuando da rienda suelta a sus gustos sexuales. Lo mismo la vemos tocando al piano una exquisita pieza de Schubert durante un recital privado, que haciéndose cortes con una cuchilla en sus genitales para obtener placer en el baño. Así es Erika, asidua tanto a las sórdidas cabinas de un sex shop en las que ve cintas pornográficas, como a los autocines donde observa a las parejas jóvenes practicar sexo. La segunda parte se inicia a partir del primer encuentro carnal entre Erika y su enamorado alumno, cayendo el interés de la trama de manera ostensible, no ya sólo porque algunas escenas que deberían ser dramáticas resultan risibles, sino debido también a la desconcertante y poco creíble actitud de Walter. El esperpéntico final refrenda el desaguisado.

La puesta en escena se caracteriza por una sobriedad e iluminación que recuerda a los cuadros del pintor danés Vilhelm Hammershøi. Haneke sublimaría y extremaría esta concepción formal en su obra maestra, Amour. Lo mejor del filme que nos ocupa es, sin ninguna duda, la sobresaliente interpretación de Isabelle Huppert. Pocas veces se ha contemplado en una pantalla de cine un rostro tan escalofriantemente impertérrito como el suyo.


1 comentario: