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Sueño de invierno (Kis uykusu, 2014) de Nuri Bilge Ceylan.

“Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”.
(Eduardo Galeano)

Aydin (Haluk Bilginer), antiguo actor de teatro, regenta un pequeño hotel ubicado en la Capadocia junto con su esposa, Nihal (Melisa Sözen), y su hermana divorciada, Necla (Demet Akbag).


El cineasta turco Nuri Bilge Ceylan se alzó con la Palma de Oro en el pasado Festival de Cannes gracias a esta película de más de tres horas de duración inspirada en tres historias cortas del escritor ruso Antón Chéjov. Sueño de invierno constituye un denso ejercicio de introspección humanista, en el que unos personajes infelices van desnudando sus emociones de manera progresiva impulsados por el contacto continuado al que les obliga su aislamiento en un marco natural de rigurosas condiciones climáticas.


Básicamente, el filme, punteado en ocasiones por el Andantino de la Sonata en La mayor D. 959 de Franz Schubert, se estructura a través de las largas, interminables conversaciones que mantienen los diferentes personajes del relato en el interior del hotel. Teniendo en cuenta lo escaso de la trama (no ocurre nada relevante), su metraje resulta a todas luces desmedido, mientras que su contenido, machaconamente discursivo, abusa de los diálogos en detrimento de la imagen. Creo que el guión de Nuri Bilge Ceylan y su mujer, Ebru Ceylan, con interesantes reflexiones en torno a la condición humana, funcionaría perfectamente sobre las tablas de un teatro; pero dudo que lo haga como obra estrictamente cinematográfica. La teatral puesta en escena del turco, redundante en interiores y de claras reminiscencias chejovianas, tampoco ayuda demasiado al ya de por sí estático libreto. Son muchos los temas que se tocan (las diferencias de clase, el rencor, la madurez, el vacío existencial, la soledad, el orgullo…), pero en ninguno de ellos se ahonda con la profundidad necesaria. Por otra parte, en el plano técnico y visual, no encontramos hallazgo alguno más allá de la hermosa dirección de fotografía de Gökhan Tiryaki. Una lástima que el autor de Lejano (Uzak, 2002), cuyos trabajos anteriores destacaban principalmente por su exquisito tratamiento estético, no haya sabido aprovechar la belleza prístina que le proporcionaba el paisaje de la Capadocia.


Permítanme que concluya mi reseña aludiendo (otra vez) a Antón Chéjov, quien consideraba que las obras de arte se dividían en dos categorías: las que le gustaban y las que no. Pues bien, yo incluyo a Kis uykusu entre las que no me gustan. Una gran decepción.


2 comentarios:

  1. Bueno bueno, y la pregunta sería: ¿por qué si lo que hace Ceylan lo hace Bergman le ponemos 5 estrellas? A mí sí me gustó la película, aunque coincido contigo, Ricardo, en lo desmedido del metraje (el último "episodio" no debería existir: habría sido mucho mejor que el protagonista huyera a la capital y la película terminara, con un final abierto).

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    1. Hola, Josep:
      Las comparaciones son siempre odiosas, sobre todo si se establecen con Ingmar Bergman, de largo el mejor guionista de la historia del cine. De todos modos, seguro que has visto que no le doy cinco estrellas a todas las películas del maestro sueco. Ceylan tiene mucho talento, pero aquí ha pecado de subordinar la imagen a la palabra, cosa que no había hecho con anterioridad.

      Me alegra verte nuevamente por aquí.

      Un saludo.

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