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Locke (ídem, 2013) de Steven Knight.

“Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos. Sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir”.
(José Saramago)

Ivan Locke (Tom Hardy), profesional de la construcción, atraviesa de noche una autopista con dirección a Londres.


Locke es la segunda película como director del escritor británico Steven Knight, al que se conoce fundamentalmente por ser el autor del guión de Promesas del este (Eastern Promises, 2007), de David Cronenberg. Se trata de un filme minimalista, con un solo personaje presencial y un único escenario, el interior de un automóvil y la autopista por la que se desplaza, cuya acción transcurre casi a tiempo real. El tema principal de la cinta es la asunción de responsabilidades por parte del protagonista, un espléndido Tom Hardy al que veremos perder todo lo que posee debido a su empeño por asumir las consecuencias derivadas de un error cometido en el pasado. Su fuerte sentido del deber, en el que mucho tiene que ver el sentimiento de rencor que profesa hacia su difunto padre, quien al parecer se caracterizaba por todo lo contrario, le impide desentenderse de sus obligaciones personales y laborales, lo que le ocasiona no pocos problemas con su entorno. Como indicábamos con anterioridad, el de Locke es el único personaje que aparece en escena; del resto (su mujer, sus hijos, su amante, su jefe, un compañero de trabajo…) sólo escuchamos sus voces a través del manos libres conectado al BMW que conduce durante los ochenta minutos aproximados del metraje. Knight utiliza diferentes ángulos de filmación, tanto desde dentro como desde fuera del vehículo, con el objeto de que su relato no caiga en la monotonía, pero olvida que ésta surge del reiterativo desarrollo de su guión. Pese a ello, logra mantener el ritmo narrativo, incitando al espectador a continuar visionando su película aunque sólo sea por la simple curiosidad de ver cómo termina.


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