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Metéora (Meteora, 2012) de Spiros Stathoulopoulos.

“No existe el pecado y no existe la virtud. Sólo hay lo que la gente hace”.
(John Ernst Steinbeck)

Narra la historia de amor entre Theodoros (Theo Alexander), monje ortodoxo griego, y Urania (Tamila Koulieva-Karantinaki), monja ortodoxa rusa, en los monasterios de Meteora, al norte de Grecia, en la llanura de Tesalia, cerca de la ciudad de Kalambaka.


La cinta se abre con la imagen de un tríptico bizantino. En los paneles laterales aparecen pintados los dos personajes principales. En el del centro, el lugar donde se desarrolla el relato: dos monasterios ortodoxos cristianos, uno frente al otro, ubicados en lo alto de dos formaciones rocosas separadas por un profundo abismo (sutil metáfora de la relación que mantienen los protagonistas). En medio de ambos, una colina rematada por un árbol. Sobre el paisaje, Cristo en Majestad observando las acciones del hombre. Debajo, en el subsuelo, el infierno donde se consumen eternamente los condenados. Este tríptico volverá a aparecer al final de la película, pero algo en él habrá cambiado (?). Meteora es el segundo trabajo del joven realizador greco-colombiano Spiros Stathoulopoulos, un filme hermoso y sencillo que recuerda por su estatismo formal, su mística y su poesía a la obra maestra de Sergei Parajanov El color de la granada (Sayat Nova, 1968). Como en aquélla, el tema vuelve a ser la irresoluble lucha que se establece entre la carne y el espíritu, con el alma humana como atormentado campo de batalla, además de la conciencia de pecado que suele conllevar tal enfrentamiento. Theodoros y Urania se aman, se desean, pero dadas sus convicciones religiosas temen dar rienda suelta a sus sentimientos. Ese temor al pecado, a la condenación eterna, se manifiesta en las escenas de animación que el director utiliza puntualmente, y que imitan el estilo de los antiguos mosaicos bizantinos (extraordinaria la que alude al mito cretense del laberinto del Minotauro). Impresionantes resultan los planos generales de los monasterios de Meteora, a veces envueltos por las brumas matutinas. Apenas hay diálogos, predominando los silencios, las oraciones y los cantos religiosos. Es una película no apta para todos los públicos por su inmovilidad y “ausencia” de ritmo. Sin embargo, los aficionados al cine más ascético y reflexivo encontrarán en ella algo sumamente atrayente.


4 comentarios:

  1. Buffff, apuntadísima.

    Por cierto, me encantaría ver los top ten de Woody Allen y Buster Keaton.

    Un saludo.

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    1. Hola, David:
      Me planteas dos top ten complicados, sobre todo el de Keaton, del que me falta visionar algunas obras importantes.

      Un saludo.

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  2. Quedé estupefacto con edte filme, aquella secuencia del pic-nic entre Theo y Urania a la sombra del árbol es brillante. Un relato bárbaro de la lucha entre lo inasible del espiritu y lo erotico del cuerpo. Por cierto, ¿ya viste Post Tenebras Lux?

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    1. Hola, Dan Chaplin:
      Aún no la he visto, pero caerá esta semana.

      Un saludo.

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