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Noche de circo (Gycklarnas afton, 1953) de Ingmar Bergman.

“Hay dolores que matan: pero los hay más crueles, los que nos dejan la vida sin permitirnos jamás gozar de ella”.
(Antonie L. Apollinarie Fée)

Albert (Åke Grönberg) es el propietario de un pequeño circo venido a menos y acuciado por los problemas económicos. Tras haber abandonado a su esposa e hijos tiempo atrás, ahora convive con Anne (Harriet Andersson), una joven y voluptuosa amazona. Sin embargo, ese modo de vida ya no le satisface, por lo que intenta regresar con su familia.


Magnífico drama circense en el que Bergman vuelve a posar su pesimista mirada sobre unas relaciones de pareja desgastadas por la insatisfacción vital. Porque no hay historia de amor, al menos dentro de la obra del autor sueco, que sobreviva al hastío de la convivencia una vez superada la fase de apasionamiento inicial. Olvídense de los besos interminables, las promesas de amor eterno y los finales felices. Esto es la vida, señores. Con sus dudas y sinsabores, sus arrebatos y mentiras, sus miserias y decepciones. La amarga y bendita vida. Nada más. Y nada menos. 


Gycklarnas afton aún evidencia la influencia que en el cine de Bergman ejerció el realismo poético francés, tanto en la configuración de personajes como en el afán estético, construyéndose la puesta en escena a partir de algunos postulados expresionistas (la iluminación a base de claroscuros, las angulaciones de la cámara, los juegos de espejos…). A lo largo de la película, el maestro sueco contrapone el mundo del circo al del teatro, de igual modo que en El rostro (Ansiktet, 1958), filme con el que Noche de circo se asemeja en diferentes aspectos, confrontaba ciencia y superstición. En ambos casos, los protagonistas, artistas de segunda fila, son humillados por quienes consideran mísera su profesión; aunque aquí el resultado final es bastante más desdichado. La acción parece desarrollarse en un solo día; y se abre con la llegada del circo ambulante, al alba, a la pequeña localidad donde residen la mujer e hijos de Albert. Éste, cansado de las idas y venidas de su roñoso espectáculo, tratará de volver con ellos. Curiosamente, su amante también estará tentada de abandonar la vida circense tras conocer a un adulador intérprete de teatro (Hasse Ekman). Los dos quieren huir de la vida que arrastran. 


La cinta supuso la primera colaboración del cineasta con el director de fotografía Sven Nykvist, con quien volvería a trabajar en El manantial de la doncella (Jungfrukällan, 1960), y del que ya no se separaría hasta la producción televisiva Tras el ensayo (Efter repetitionen, 1984). Por otro lado, cabe resaltar la enorme interpretación de Albert Johansson, así como la sensual presencia de Harriet Andersson. 

Noche de circo, un gran Bergman a redescubrir. Y cuanto antes, mejor.


2 comentarios:

  1. Últimamente estoy viendo bastante Bergman pre '57, el año en que explota su verdadero genio con esas dos inclasificables obras maestras que ya todos conocemos y me estoy dando cuenta de que hay un buen puñado de titulos rescatables. Reconozco que al principio me tiraba un poco para atrás esta primera etapa y parece ser que no era el único, sólo hay que ver la escasez de comentarios que ha suscitado la entrada...

    Comparto por completo tu valoración y tu apreciación sobre la influencia del realismo poético francés, de echo casi podriamos hablar de una hermana pequeña de "Les enfants du paradis" de Carné, eso si, sin perder el inconfundible estilo del sueco. Ahora comprendo bien su increible filmografia, ¿cómo no va ser uno de los grandes maestros (para mi el mejor) viendo las bases sobre las que partia?

    En fin, como indicas, todo un redescubrimiento.

    Un saludo.

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    1. Hola, David:
      Hay algunas joyas en ese Bergman "pre-57", aunque estén por debajo de sus posteriores obras maestras. Lo del realismo poético francés es muy evidente en esa etapa del maestro sueco. Bueno, me alegra que te haya gustado y te hayas pasado por aquí para comentarlo. No hay nada más triste en un blog que una entrada sin comentarios. Gracias.

      Un saludo.

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