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Las tres caras del miedo (I Tre volti della paura, 1963) de Mario Bava.


Se narran tres historias de miedo. Correspondiéndose cada una de ellas con un tipo de terror concreto: El teléfono (terror real), Los Wurdalak (terror sobrenatural) y La gota de agua (terror psicológico). 


El teléfono: Rosy (Michèle Mercier), una joven que vive sola en su apartamento, comienza a recibir una serie de inquietantes llamadas en las que un desconocido que parece ver todo lo que hace, amenaza con matarla.


Tras un breve prólogo de presentación a cargo del gran Boris Karloff, que actúa en el segundo de los episodios, nos introducimos en este terrorífico tríptico de la mano de Il Telefono; un hitchcockiano relato en el que encontramos vouyerismo, lesbianismo, engaños, venganza y asesinatos. Su medida puesta en escena, su precisión narrativa y su conseguido sentido del suspense lo convierten en un excelente bocado inicial. A destacar la sensualidad desplegada por la guapa actriz francesa Michèle Mercier.

Los Wurdalak: a un pequeño pueblo de Serbia, llega un joven viajero (Mark Damon) en busca de alojamiento para pasar la noche. Le dará hospedaje una humilde familia de campesinos que se muestra preocupada por la ausencia de su padre (Boris Karloff). Al parecer, éste salió unos días atrás en busca de un bandolero turco que estaba asolando la región con sus crímenes. Gorcha, que así se llama el padre, advirtió a sus hijos que lo esperasen durante cinco días. Pero que, una vez pasado ese tiempo, no lo dejaran entrar en la casa, ya que podría volver convertido en un Wurdalak: un vampiro sediento de la sangre de sus seres más queridos.






Magistral plasmación en imágenes del cuento de vampiros La familia del vurdalak, escrito en 1839 por el literato ruso Alekséi Tolstói. Se trata, sin duda, de la más lograda de las tres historias y, a mi parecer, una de las cumbres del cine de Bava. De alucinante y lúgubre ambientación gótica (cerros escarpados, fantasmal viento, abadías semiderruidas, aullidos, niebla densa, profundos bosques, árboles pelados…), el episodio destaca por estar espléndidamente narrado y por suponer la única vez que Karloff (como siempre enorme) dio vida en pantalla a un vampiro. Una pequeña obra maestra.

La gota de agua: una enfermera (Jacqueline Pierreux) le roba un anillo al cadáver de una anciana espiritista de la que cuidaba. Este pequeño hurto la atormentará de tal modo, que acabará creyendo que la vieja regresa del más allá para vengarse de ella.


Escalofriante (da miedo de verdad) y ambiguo cuento con el que se cierra el filme de manera inmejorable. Partiendo de una decadente y colorista puesta en escena, Bava utiliza brillantemente los efectos sonoros (la gota de agua que cae sin cesar, el zumbido de la inquieta mosca, la tormenta, los chirridos de las puertas) y visuales (esa farola exterior de luz verdosa que centellea de manera intermitente) para crear una atmósfera malsana y desasosegante. ¿Todo es producto de la autosugestión o en verdad la anciana (menudo rigor mortis el suyo) ha vuelto de entre los muertos? Juzguen ustedes mismos. De todos modos, seguro que tras visionar este aterrador episodio, jamás se les pasa por la cabeza la idea de robarle a un muerto. No vaya a ser que…

2 comentarios:

  1. Me apasionan estas antiguas películas de terror; concretamente ésta hace tan sólo unas semanas que la vi, y lo cierto es que la atmósfera está super lograda, y produce escalofríos. La música de fondo que has elegido es muy acertada: parece que de un momento a otro aparecerá Nicholson con el hacha jajaja.¡Qué miedo!. Un saludo

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    1. Hola, SqSmaravillosa:
      Es que son simplemente las mejores. El género de terror ha degenerado mucho, como casi todo en el cine. No te preocupes por Nicholson, que murió congelado :)
      Un saludo y gracias por dejar tu comentario.

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