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Noches blancas (Le notti bianche, 1957) de Luchino Visconti.


Durante un paseo nocturno por las calles de una ciudad, Mario (Marcello Mastroianni), humilde oficinista que vive en una pensión, se topa con una joven que parece apesadumbrada (Maria Schell). Al acercarse a ella para darle ánimos, se inicia una relación especial entre ambos, por lo que deciden citarse a la noche siguiente en el mismo sitio.


Deliciosa adaptación por parte de Visconti de la novela corta que Fiódor Dostoievski publicó en 1848. Si en el original literario la acción se desarrollaba en San Petersburgo a lo largo de cuatro noches y una mañana, el filme la traslada a una pequeña ciudad italiana, reduciendo el número de noches a tres y prescindiendo de la mañana del día posterior.

La película se rodó de manera íntegra en estudios, lo que constituye una prueba evidente de que Visconti se encontraba cada vez más lejos (y más que se iría alejando) de los principios neorrealistas que había defendido en los comienzos de su carrera. Este hecho permitió a la estupenda fotografía en blanco y negro de Giuseppe Rotunno, conferirle a la cinta una atmósfera de evocadora y melancólica ensoñación. 


El gran Marcello Mastroianni y la dulce Maria Schell, fueron los encargados de interpretar (magníficamente por cierto) a los dos personajes principales de un relato que gravita en torno a temas como la soledad, la necesidad de amar y ser amados o el carácter efímero de la felicidad. También es digna de mención, la presencia en el reparto del mítico actor francés Jean Marais, que da vida al misterioso inquilino de quien Natalia se enamora locamente, y del que espera su regreso, cada día, en el mismo lugar.

Como no podía ser de otro modo, la dirección de Visconti resulta exquisita, destacando la sutilidad con la que, en determinados momentos del metraje, fusiona el pasado con el presente mediante el uso de los mismos espacios. Su trabajo fue merecidamente premiado en el Festival Internacional de Cine de Venecia con la otorgación del León de Plata.


El filme, que asimismo cuenta con una hermosa partitura de Nino Rota, está lleno de escenas para el recuerdo: el primer encuentro entre Mario y Natalia, la divertida y emotiva secuencia del baile y, sobre todo, su último tramo; tan bello y triste que uno no puede expresar con palabras las emociones que se sienten al contemplarlo.


6 comentarios:

  1. Una de mis películas preferidas de todos los tiempos que he vivido (de momento, 29 años...)junto con la que has escogido como fotograma de cabecero, "Carta de una desconocida".
    "Le Notti Bianche" tuve ocasión de comentarla en mi blog, te dejo el enlace:

    http://lamanoqueescribeconpluma.blogspot.com/2010/04/le-notti-bianche.html

    Las dos películas, junto con "La muerte en Venecia", me parecen excepcionales ejemplos de adaptaciones al cine de obras literarias que se ven engrandecidas hacia todos los sentidos del espectador con su paso a la gran pantalla.

    Saludos a tu buen gusto ;>

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  2. Sabes que hacía tiempo que quería ver esta película, pero no encontraba el momento, anoche lo encontré por fin.
    Tengo que decir a favor, que tanto la fotografía, como la atmósfera tan bien lograda( esa niebla que lo envuelve todo), un Mastroianni de diez y un final digno de Visconti, hacen que me haya cautivado, sobre todo en el último tramo de ésta.
    Ahora bien, reconozco que la Schell, en algunos momentos me ha sacado un poco de quicio, esa risa nerviosa conjugada con el llanto desconsolado de un niño… pero bueno, se le perdona a la mujer, estaba “loca” de amor.
    Un besito.

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  3. Hola, María:
    Yo, al igual que tú, soy de la "generación de Naranjito"; y comparto tu admiración por los filmes que citas, especialmente por el de Ophüls, cineasta por el que siento una gran debilidad. Tal vez Visconti y Ophüls sean los dos directores que mejor han sabido trasladar obras literarias al celuloide. Sirvan de ejemplo, además de la presente, películas como "El gatopardo", "Muerte en Venecia", "Senso", "Rocco y sus hermanos", "Carta de una desconocida", "La ronda", "Madame de..", "El placer", "Lola Montes"... todas obras maestras.
    Me pasaré por tu blog para ver tu comentario.
    Un saludo y gracias por tus líneas.

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  4. Hola, María:
    Me consta que querías verla desde hace bastante tiempo :). Señalas, acertadamente, que la atmósfera es uno de los puntos más destacados de la película. Como ya digo en la entrada, es tan evocadora y melancólica, que parece salida de un sueño (algunos interpretan la novela de Dostoievski como tal). Donde no coincido contigo, es en lo referente a Maria Schell, que a mí me transmite una enorme dulzura. Aunque es cierto que algo "rarita" sí que parece a veces... En fin, cosas del "amour".
    Un besito también para ti.

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  5. Me parece una bellísima película. Quizá la actriz protagonista parece un poco exagerada en sus maneras, pero el resultado final es exquisito. Las imágenes, la historia... son dulces y cautivadoras. Una maravilla. Saludos

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  6. Hola, pesadillas con cuerpo:
    Veo que coincides con nuestra encantadora hada a la hora de "criticar" un poco el trabajo de la Schell, y quizá no os falte razón. Por lo demás, has definido perfectamente la película: bella, dulce, cautivadora y maravillosa.
    Un saludo y gracias, compañero.

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