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El hombre invisible (The Invisible Man, 1933) de James Whale.


Jack Griffin (Claude Rains) es un científico que ha dado con la fórmula que le permite hacerse invisible. Sin embargo, aún no ha descubierto el antídoto que le haga salir de una invisibilidad que progresivamente le está trastornando la mente.


En medio de una fuerte tormenta de viento y nieve, un extraño tipo ataviado con abrigo, sombrero y gafas de sol, cuyo rostro aparece cubierto por unas vendas, entra en una taberna de pueblo en la que los clientes se divierten con música y alcohol. Con su entrada el ruido se torna en inquietante silencio. Los allí presentes lo contemplan estupefactos. El recién llegado pide una habitación en la que hospedarse…

Así comienza la que todavía sigue siendo la mejor adaptación cinematográfica del clásico de H. G. Wells. Una de las cintas indispensables salidas de los estudios Universal durante la década de los treinta, en la que se reflexiona acerca de temas como los límites que no debe sobrepasar la ciencia o la alienación del individuo.


Se trata de una historia simple en la que un mad doctor con ataques megalómanos causará el pánico entre sus conciudadanos valiéndose de su invisibilidad.

La descripción de personajes no va más allá de un par de pinceladas que los sitúa entre el estereotipo y la caricatura. Tampoco los lazos emocionales que los vinculan se muestran convincentes. Y es que lo que eleva la película a la categoría de clásico del fantástico, es la capacidad de Whale a la hora de plasmar atmósferas y escenarios propios del género.

Narrado de un modo conciso, el filme aparece salpicado de numerosas dosis del humor negro típico de su autor; un auténtico maestro conjugando comedia y terror.

La película no funcionaría sin un protagonista adecuado, y en ese sentido sólo cabe alabar la interpretación de Claude Rains, cuya impresionante voz (imprescindible visionar la cinta en su versión original) resulta esencial para dotar de presencia a un personaje al que en muchas ocasiones no vemos, y del que sólo atisbamos su rostro justo antes de que aparezcan los créditos finales.


Mención aparte merecen los extraordinarios efectos especiales, tan sumamente conseguidos que siguen sin chirriar a día de hoy, lo cual es todo un logro.

Entretenimiento es la palabra que mejor define a esta a veces infravalorada obra, que sin llegar a las cotas de maestría y genialidad de otros trabajos de su director, sigue resultando excelente.

Un apunte para terminar. El personaje de flora, la prometida de Jack, está protagonizado por Gloria Stuart, actriz que décadas más tarde se haría famosa interpretando a la anciana de la superproducción Titanic (ídem, 1997) de James Cameron.


5 comentarios:

  1. Me encanta esta película. De pequeño me daba un miedo terrible, sobre todo la secuencia en la que Rains se quita los vendajes y se desnuda para huir aprobechando su invisibilidad.
    Mi favorita de James Whale y junto con el Drácula de Browning/Lugosi mi favorita de la terrorifica Universal.
    Saludos

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  2. Hola, David
    Efectivamente la secuencia a la que aludes puede causar verdadero terror en un niño, aunque vista por un adulto resulta más divertida e ingeniosa que terrorífica. No en vano la presente película, al igual que otros títulos de su director, está muy cerca de ser una comedia negra. Y aunque me encanta, prefiero otras obras de Whale como sus dos "Frankenstein" o "El caserón de las sombras".
    Gracias por tu comentario. Es un placer compartir unas líneas contigo.
    Un cordial saludo.

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  3. Muy Buena entrada Ricardo, siempre me ha gustado mucho el personaje del hombre invisible y sólo esta adaptación clásica hace honor a tal personaje de H.G Wells, parece increíble que no se haya hecho una buena versión actualizada, pero casi mejor...

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  4. Hola, Pedro
    Pues sí, casi que es mejor que hoy en día ni lo intenten, aún recuerdo el desastre de "El hombre sin sombra"... así que quedémonos con Whale y su versión.
    Un saludo

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  5. Ojalá hubiera estas joyas en YouTube o en Netflix gracias comparto es maravillosa!
    Bea de Buenos Aires

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