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Martillo para las brujas (Kladivo na carodejnice, 1970) de Otakar Vávra.


Checoslovaquia, siglo XVII. Una pequeña localidad se ve azotada por un durísimo procedimiento inquisitorial encabezado por el juez Boblig (Vladimír Smeral), conocido por aplicar métodos crueles a la hora conseguir las confesiones de los acusados, y al que se opondrá el presbítero Lautner (Elo Romancik). Decenas de individuos de la comunidad se verán implicados en un proceso del que nadie parece estar a salvo.


Excelente filme checoslovaco que denuncia los abusos que durante siglos cometió la institución inquisitorial en pos de la supresión de la herejía.

Un hecho en principio insignificante, como es el robo de una hostia en medio de la Eucaristía por parte de una anciana menesterosa, dará lugar a una arbitraria y cruenta caza de brujas presidida por atrocidades y mentiras que conducirá a la muerte a inocentes que preferirán el calor de las llamas a las torturas a las que son sometidos.

La película, que adapta una novela de Václav Kaplický, toma como referencia a dos obras esenciales del cine danés como son La brujería a través de los tiempos (Häxan) (Háxan, 1922), de Benjamin Christensen, y Dies irae (Vredens dag, 1943), de Carl Theodor Dreyer.


Su sobria puesta en escena remite tanto a la referida cinta de Dreyer como al Bergman de los sesenta, captando adecuadamente la atmósfera de miedo y superstición medieval que aún se mantenía en algunas zonas de la Europa moderna gracias a la magnífica fotografía en blanco y negro de Josef Illík.

Siendo una producción salida de un país por entonces comunista, resulta inevitable establecer una comparación entre lo que ocurre en el filme con lo que fueron las purgas estalinistas, que tenían como objetivo la represión de los enemigos del régimen. No obstante, más allá de evidentes y resobadas lecturas políticas, lo que sigue haciendo interesante a la película es su mordaz carga crítica contra determinados sectores de la jerarquía eclesiástica y política, a los que muestra más interesados en su bienestar que en ser consecuentes con sus principios.


Es reseñable también la interpretación de Elo Romancik, cuyo bondadoso y culto personaje tendrá que hacer frente a la bajeza moral y humana de un enemigo despreciable que tiene todas las de ganar.

1 comentario:

  1. La escena en la que torturan a la joven con las botas que van apretando más y más, me dolió tanto o más que a ella.

    Muy buena película.

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