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Macbeth (ídem, 1948) de Orson Welles.

Siglo XI, tierras de Escocia. Macbeth (Orson Welles) es un noble al que, tras su participación en una batalla en la que se gana el favor de su monarca, tres brujas le profetizan que acabará convirtiéndose en rey. Su ambición desmedida y la presión que sobre él ejerce su mujer (Jeanette Nolan), le harán incurrir en la traición y el asesinato para ver cumplida tal predicción.


Alucinada, minimalista y poderosamente expresionista adaptación de la obra clásica de Shakespeare. De claras influencias eisensteinianas, la cinta supone uno de los trabajos más geniales de su director.

Rodada en apenas unas semanas con un presupuesto irrisorio.  El Macbeth  de Welles, a la vez primitivo y vanguardista, constituye un brillante ejemplo de cómo el genio y la creatividad de un verdadero cineasta, pueden elevar un producto de serie B a la categoría de obra de arte.


El autor de Ciudadano Kane, traslada con maestría el texto teatral a un espacio puramente cinematográfico, a través de una puesta en escena milimétricamente medida y planificada, que se aleja por completo del estatismo de las tablas gracias a los precisos y elaborados planos secuencia y a las barrocas angulaciones que dotan de movilidad al filme.

Los personajes de esta tragedia, cubiertos de pieles curtidas, se mueven en un marco de sombras plagado de abismos y cielos encapotados, en el que las rocas rezuman agua y vapor; y en donde el paganismo y la brujería se imponen sobre un, todavía, primigenio cristianismo.


Los claroscuros predominantes, son la perfecta extensión del estado mental de un protagonista atormentado y acuciado por fantasmas interiores que se derivan de una personalidad débil, incapaz de hacer frente a su mujer y a los designios del hado.

Welles, que como actor era capaz de anular a cualquiera que estuviese a su lado, borda su papel; al igual que Jeanette Nolan, cuya Lady Macbeth se convierte en la verdadera causante del drama.

Filme de imprescindible visionado. La mejor adaptación al cine de Macbeth junto a la impresionante Trono de sangre (Kumonosu jo, 1957), de Akira Kurosawa.


3 comentarios:

  1. Uno de los films de Welles de atmósfera más pesadillesca. Todo un estudio sobre las oscuras raíces del mal en el hombre (con la ayuda de Shakespeare, naturalmente). Uno se pregunta, como en tantas otras películas de Welles, cómo hubiera sido el resultado de haber sido rodada en condiciones favorables (producción, presupuesto, decorados).
    Un saludo.

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  2. Hola, Teo:
    Todos los admiradores de Welles nos hemos hecho esa pregunta alguna vez. Desconocemos cómo habría resultado un "Macbeth" con el respaldo de alguno de los grandes estudios. Seguramente hubiera sido aún mejor, al desprenderse de su tufillo a serie B, aunque tal vez sus experimentaciones visuales hubiesen sido menores. Nunca lo sabremos.
    Un saludo y gracias por dejar tu comentario.

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  3. El terror se impone a la sangre en esta magnífica película. No noto el tufillo a serie B, aunque no sé de cine lo suficiente para opinar sobre ello. Todo en ella pone la piel de gallina. Intenté ver 'Trono de sangre' hace unos días pero empecé a bostezar al cabo de 10 minutos (Kurosawa me harta). El 'Macbeth' de Welles es todo dinamismo y tensión psicológica a pesar del escaso movimiento físico que contiene. De las pelis de Welles que he visto (pocas), la que más me ha gustado, y con diferencia.

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